El Hivernacle, la lenta agonía de un recinto histórico
El edificio languidece entre óxido, cristales rotos y olvido institucional
28 marzo, 2018 21:01Noticias relacionadas
Una obra de arte en ruinas, una parte de la historia de Barcelona en el olvido. Así debería sentirse el Hivernacle si pudiera hacerlo. Es un singular edificio capaz de albergar desde plantas tropicales hasta conciertos de jazz, que, sin duda, ha vivido etapas más brillantes que la actual.
Pasear por el Parc de la Ciutadella o por el paseo Picasso obliga a fijar la mirada en esta impresionante construcción y a preguntarse qué ha podido pasar para que el nivel de degradación de este edificio haya llegado al punto en que se encuentra actualmente. Y más si tenemos en cuenta que hace unos dos años el Ayuntamiento de Barcelona presupuestó en algo más de 800.000 euros las obras de rehabilitación del mismo, pero la empresa a la que se había otorgado la concesión se fue a la bancarrota a las pocas semanas de iniciar las obras. Sin duda, una concesión muy atinada.
Esto ocurrió a principio de 2016 y entonces el consistorio que preside Ada Colau aseguró que su intención era hacer un nuevo concurso para que la rehabilitación del edificio continuara y se diera por concluida a mediados de 2018, aunque visto lo visto no parece que vaya a ser así. No hay ningún movimiento que apunte a que los planes de rehabilitación vayan a ponerse en marcha en un corto plazo de tiempo, lo que hace suponer que podremos seguir contemplando cómo el edificio continúa su lenta degradación. Y cuanto más se degrade, más complicada y cara será la rehabilitación.
NUEVO PROYECTO
Se debía hacer un nuevo proyecto en el que se tuviera en cuenta las obras que había hecho en las pocas semanas en las que estuvo trabajando en el edificio la anterior concesionaria, aunque el tiempo que ha pasado desde entonces puede haber dejado en casi nada aquel primer intento de rehabilitación y, por lo tanto, es muy posible que se deba empezar de cero.
Las tres naves que componen el edificio se encuentran en un estado lamentable. Sus ocupantes suelen ser las gaviotas y las palomas, algunas de las cuales parecen haber encontrado acomodo en los agujeros que quedan tras los desprendimientos de algunas de las partes del recinto. Al mismo tiempo, el óxido continúa ganando terreno, muchas de las cristaleras de los ventanales ya no pueden llamarse así y los paseantes que desde lejos se sienten atraídos por el espectacular edifico se ven defraudados cuando contemplan la realidad desde cerca.
Los vecinos y comerciantes del Born ven con preocupación como el Ayuntamiento ni siquiera se ha dirigido a ellos para explicarles sus planes respecto a un recinto histórico cuya degradación no solo da una pésima imagen de abandono, sino que puede provocar algún accidente si la situación en que se encuentra la instalación no se soluciona de inmediato.