La situación en los cuatro grandes barrios de Ciutat Vella está llegando al límite. Si el sábado pasado fue La Barceloneta la que salió a la calle para denunciar todo lo que está sufriendo este verano, ahora es el Gòtic el que lo padece.
Como en el caso de La Barceloneta, entre los principales traumas cotidianos que les preocupan están, no necesariamente por este orden, la inseguridad, el incivismo y los narcopisos. La situación está provocando que en el Gòtic tanto vecinos (a causa del incremento de los precios) como comerciantes (basicamente por la inseguridad) estén dispuesto a abandonar el barrio de sus amores.
En un reciente reportaje, betevé entrevistaba al último comerciante agraviado: el propietario y fundador de la tienda de bicicletas Cap Problema Brompton, Daniel Milián, en la plaza de los Traginers. Éste cuenta que un individuo que frecuenta la zona intentó agredirle hace unas semanas con una cadena de hierro, que logró esquivar y que acabó rompiendo el escaparate.
Milián explica en cámara que se plantea trasladar el negocio a otra zona de la ciudad después de lo ocurrido. No es el único comerciante en pensar en un cambio, también lo han hablado en el almacén de muebles Casa Jornet, donde Eduard Gómez trabaja de forma habitual. Este explica que "los clientes se echan atrás" cuando ven el panorama...
Los comerciantes vecinos coinciden en que no son hechos aislados y que la inseguridad en el barrio se ha acentuado con la aparición de los narcopisos. De hecho, en la misma plaza de los Traginers hubo una batida en marzo para desalojar un local donde se vendía drogas.
MASIFICACIÓN TURÍSTICA
A todo esto, se suma la masificación de turistas que sufre el barrio y el incivismo por parte de algunos grupos -algunos de ellos locales. Basta con pasear un rato para darse cuenta de que la mayoría de personas que hay en la calle son turistas, mientras que los vecinos caminan a paso ligero intentando esquivar los grupos.
Desde la plataforma Fem Gòtic, un grupo de vecinos organizados están alertando desde hace tiempo de la situación, y hace un mes ya convocaron una cacerolada para denunciar lo que ellos consideran una “degradación insoportable” de su emblemático barrio.