Eva Vila, miembro de la plataforma de vecinos Fem Gòtic, es una de las voces más críticas del barrio. El ruido y la venta de drogas castigan al barrio más antiguo de la ciudad y sus vecinos deben convivir con el incivismo y un parque de atracciones. La complejidad que caracteriza este punto de la ciudad desencadena una batería de problemáticas que tienen una gran repercusión en toda la población. Lamentablemente, los vecinos son los que, día tras día, soportan sus peores facetas.
¿Cuál crees que es el principal problema del barrio?
La masificación turística. No solo por la ocupación del espacio público, también por un encarecimiento de los precios de los productos de consumo. La venta está enfocada al turismo y eso hace que en el Gòtic Sud casi no tengamos pequeños comercios.
¿Y qué hay de la inseguridad? Ahora se habla de la Barcelona de los disturbios pero poco de la Barcelona de los apuñalamientos, ¿qué me dices sobre ello?
Continúa habiendo apuñalamientos. Este jueves hubo uno en el Pou de la Figuera. Apuñalaron a un joven después de que se resistiera a que le robaran el móvil. Tu vida por un móvil… Como ocurrió en la Vila Olímpica.
¿A qué se debe el repunte de la inseguridad?
Por una parte está el turismo, ya que los ladrones van a buscar a quien tiene más dinero y lleva más pertenencias encima. Por otro lado, las bandas se pelean más que antes para controlar la zona de venta de droga. No es como la batalla mortal de 30 personas del barrio del Gorg de Badalona, pero pueden pelearse entre unos pocos. En julio hubo una reyerta en la calle Escudellers y en octubre otra en la de Nou de Sant Francesc. Uno de ellos empuñaba un palo de grandes dimensiones.
¿Cómo es el día a día de los vecinos que viven cerca de un narcopiso?
Pues eso. De madrugada deben convivir con peleas constantes.
¿Por qué ahora se perpetran robos y hurtos con más violencia?
Hay ladrones que no tienen nada a perder, algunos pueden pegar a las víctimas antes de que se resistan. También hay otros que van drogados. Van muy pasados de cola... y eso muy malo.
Por otra parte están los captadores de socios de asociaciones de cannabis, que pueden estar recaudando clientes para estas o vender drogas en la calle ¿De qué forma perjudica a las personas que viven o trabajan cerca de su punto de venta?
Algunos captadores ya no son suavecitos… Están en plan: “la calle es mía”. Pueden pasarse horas sentados en las pilonas que hay frente de los comercios, y eso hace que no entren tantos clientes en los establecimientos. También se pueden poner delante de nuestras casas y les da igual que vayamos con nuestros hijos.
¿Y qué hay de la limpieza?
En el Gòtic Sud hay más suciedad porque tenemos más población flotante. Los caminos a los colegios dan pena, te encuentras de todo. El Gòtic Nord se cuida más. No es que aquí no haya sistema de limpieza, sino que no es muy efectivo. Por ejemplo, el contenedor más cercano a mi piso de la calle Ample está tocando a Las Ramblas.
¿De qué forma repercute en el patrimonio del barrio la falta de limpieza y el incivismo?
Estamos perdiendo patrimonio. Las calles, los edificios y los adoquines del casco histórico están hechos una mierda y llenos de graffitis. Solo hace falta que pinten la Catedral. Yo no puedo reformar mi casa porque está catalogada pero sí que pueden grafitear la esquina. Los edificios deberían cuidarse como históricos.
¿El deterioro del barrio también ha perjudicado el uso que hacéis de los espacios públicos?
La plaza Medinaceli está hecha un mierda: es un punto de venta de drogas, prostitución, ratas, botellón… En la plaza de George Orwell hay un área infantil a la que tampoco voy con mis hijos porque me he encontrado jeringuillas. Y en la de Sant Miquel, que hay otro parque, he visto a gente durmiendo. No tenemos espacios públicos, casi nos los hemos de inventar.
¿Los turistas también contribuyen a este deterioro del barrio?
A nivel salud nocturna es horroroso. El regidor Jordi Rabassa se jacta de que el Ayuntamiento está combatiendo el ruido que genera el ocio nocturno pero no es suficiente. No paramos de escuchar a personas (tanto turistas como residentes) hablando a gritos porque se van de fiesta o de bares. Necesitamos un turismo de más calidad. Aunque los vecinos que conviven en la escalera con un piso turístico son los que más lo sufren…
¿A qué te refieres?
Por ejemplo, deben soportar actitudes incívicas, como gritos en la escalera. Conozco a una portera que la han agredido más de una vez por hacerles callar. Y la verdad es que, por ejemplo, en la calle Ample hay muchos pisos turísticos ilegales… En uno edificio hay unos 10 o 12 que no figuran en la web del Ayuntamiento de Barcelona.
¿Y de qué otra manera interfiere en vuestro día a día la presencia de pisos turísticos?
Los pisos turísticos han provocado que expulsen a los vecinos. En el Gòtic Sud un piso de 40 metros cuadrados cuesta entre 800 y 900 euros… Cada vez que se renuevan contratos de alquiler, muchos sufren por si podrán pagar el incremento del precio. Siempre está esa incertidumbre
El Gòtic Sud está lleno de complejidades y problemáticas, pero hay soluciones que puedan hacer de esta parte del barrio un lugar mejor. ¿Cuáles propones?
Por un lado, regular el turismo. El turista debería estar en el hotel y el vecino en el edificio residencial. También se deberían sancionar las malas prácticas del sector del turismo y a todo el que sea incívico, ya sea de aquí o de fuera.
¿Otras medidas?
Ampliar la plantilla de la policía. ¿Por qué somos amigos de los policía? No. ¿Por qué queremos una ciudad sitiada? No. Sino para que los agentes actúen de forma preventiva y no reactiva. Si hubiese más prevención muchos problemas no se darían. La seguridad es un derecho básico que debe garantizarse en un país.