La Paloma de Barcelona quiere reemprender el vuelo. Cuando se cumplen 15 años de su adiós –bajó la persiana el 1 de enero de 2007– y tal y como avanzó Metrópoli en diciembre de 2020, el local trata de reabrir ahora tras el impacto de la pandemia. 

Según ha podido saber este diario, la sala de baile quiere hacer coincidir la reapertura con las fiestas de Navidad. La fecha ya está marcada en el calendario: 18 de diciembre. Lo hará después de insonorizar las instalaciones –lo que hace 15 años forzó el cierre– y tras haber visto truncados sus planes para abrir de nuevo en 2014, 2017 y 2020.

La orquestra volverá también al escenario de La Paloma, por lo que la dirección del establecimiento ya está en conversaciones con el Taller de Música para que asuma las actuaciones en directo. Todo si consiguen el permiso del Ayuntamiento de Barcelona.

Lámpara de la sala La Paloma / PABLO MIRANZO

MÁS DE 100 AÑOS DE HISTORIA

La Paloma, patrimonio de la ciudad, abrió oficialmente en 1903. Destaca por una lujosa decoración de estilo francés, una gran lámpara dorada que preside la pista de baile y las pinturas del techo de Salvador Alarma y Miquel Moragas, autores de las pinturas del Liceu. El nombre no está claro de donde proviene. Unos cuentan que se tomó de una de las tres calles que rodean el espacio. Otros, que la persona que urbanizó la zona tenía tres perros llamados Paloma, Lleó y Tigre, y que se puso a la sala el nombre de uno de ellos.

El negocio lo iniciaron tres socios, pero acabaron cediendo el local a Jaume Daura, un empresario de bebidas gaseosas, en condonación de una deuda. Quien se hizo cargo del mismo fue Ramon Daura, hijo de Jaume y tío-abuelo del que fuera propietario y padre del dueño actual, Pau Solé. Daura residió en París y allí se inspiró para darle un aire versallesco. Las obras se prolongaron durante 25 años, de 1903 a 1928. La decoración es obra Manuel Mestre. En 1915 se construyó la galería del primer piso con los palcos, con cuatro escaleras, una en cada esquina, en 1919 se añadieron las molduras y los relieves dorados y en 1928 se colocó la gran lámpara central.

Techo de la sala La Paloma / PABLO MIRANZO

Durante la Guerra Civil, la sala fue incautada y se utilizó como galería de tiro. Reabrió en la posguerra. Para evitar la censura franquista, Daura se inventó un personaje, La Moral, que se paseaba por la pista con un bastón para separar a las parejas que bailaban demasiado agarradas. Décadas más tarde, los clientes deberán volver a mantener la distancia, aunque esta vez debido a la normativa anticovid.