Los más de 2.000 años de historia que tiene Barcelona han dejado tras de sí una gran cantidad de rincones secretos que sorprenden al visitante. La capital catalana destaca, entre otras cosas, por la forma de combinar pasado y presente, lo que fue y lo que es. Esto sucede en unos pisos turísticos ubicados en el Born en los que, entre apartamento y apartamento, se erigen unas ruinas arqueológicas del siglo XIX.

Ubicados en el número 1 de la calle de Tiradors, una puerta de madera antigua con decoraciones de hierro forjado da paso a lo que hace tres siglos fue una curtiduría. Se trata, no obstante, de un edificio levantado sobre unos cimientos que datan del periodo de la Barcelona medieval, si bien no se conservan datos de qué pudo haber allí.

TRATAMIENTO DEL CUERO

Antes de convertirse en un edificio de apartamentos para turistas, este lugar fue, en su pasado industrial, una instalación para el proceso de transformación de pieles de animales en cuero o piel.

Interior del antiguo recinto convertido en pisos turísticos HOTELES.COM

De su última etapa, lo que ha quedado es una planta trapezoidal troncocónica de 35 metros cuadrados, así como los dos hoyos, alrededor de los cuales se levantaba la infraestructura. Según un estudio del archivo municipal de Barcelona, existen documentos que detallan que su periodo de actividad duró, como mínimo, hasta principios del siglo XX, pues en 1902 se hizo un traspaso de la propiedad entre dos personas que eran curtidores.

Hoy en día, poco queda más allá de las paredes de lo que fue y, donde antes se trataban las pieles y el cuero, hoy es un lugar de pernoctación para visitantes de la capital catalana. De lo que es hoy, destacan esos espacios donde pasado y modernidad se dan la mano, con cuadros de arte moderno y paredes pegadas a los restos de unas ruinas que acumulan, como poco, unos 700 u 800 años de historia.

EL PASADO MEDIEVAL DE BARCELONA

Barcelona alberga en su seno tesoros arqueológicos que narran capítulos olvidados de su largo pasado. Entre las estrechas calles del barrio Gòtic y las bulliciosas plazas, yacen ruinas que remontan a la época romana, cuando Barcelona era conocida como Barcino.

Una de las joyas arqueológicas más destacadas es el Templo de Augusto, escondido entre edificios medievales, revelando las imponentes columnas corintias que una vez sostuvieron un templo dedicado al emperador romano. Este enclave, casi secreto, permite a los visitantes sumergirse en la magnificencia de la Roma antigua, en pleno corazón de la ciudad.

No lejos de allí, los restos del acueducto romano esbozan la ingeniería y visión de una civilización que dotó a Barcino de infraestructuras avanzadas para su época. Mientras tanto, bajo el museo de historia de la ciudad, un complejo subterráneo de calles y edificaciones romanas ofrece un viaje en el tiempo, donde se pueden pisar los mismos adoquines que los antiguos habitantes de la ciudad.

Estas ruinas arqueológicas son ventanas a la Barcelona de antaño, cada piedra y cada columna cuentan historias de conquistas, de la vida cotidiana y del ingenio humano que ha trascendido milenios. Barcelona, en su esencia, es un palimpsesto de culturas que, capa sobre capa, ha construido la metrópolis cosmopolita que conocemos hoy, manteniendo siempre vivas las huellas de su pasado arqueológico.