Londres, Ámsterdam o Berlín. ¿Qué tienen en común estas ciudades europeas con Barcelona? En las cuatro ganan protagonismo los mercadillos de segunda mano. Una moda que arrasa entre los jóvenes que buscan ropa vintage a precios asequibles. Entre los mercados de referencia se encuentra el Flea Market, con más de 10 años de historia. Se trata del mercado de segunda mano más famoso de la ciudad. Desde 2013, la plaza Blanquerna se llena de barceloneses en busca del mejor 'chollo' para llevarse a casa. Sin embargo, el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido retirar las licencias a los paradistas, hecho que pone en peligro la continuidad del Flea. Ahora, tanto la organización como los vecinos se mantienen a la espera para saber qué futuro le espera al mercadillo.
La historia del Flea en Barcelona se remonta a 2007 en un sótano de la calle Carme del Raval. Poco a poco creció el interés en este tipo de mercadillos de segunda mano hasta llegar a los 400 participantes actuales. Según explica a Metrópoli el director Mark Dix, la gente "necesita y quiere" este tipo de actividades.
Un barrio colorido gracias al Flea
La retirada de las licencias ha sido un jarrón de agua fría, tanto para la organización como para los participantes. Según informa el consistorio barcelonés a este digital, la decisión tiene como objetivo "cambiar las dinámicas del barrio", algo que no comprenden ni Dix ni Mar, una de las paradistas. "Durante 13 años hemos creado una comunidad alrededor de nuestra actividad. Hemos dinamizado las plazas, sobre todo la plaza Blanquerna, una zona un poco triste del Raval", asegura Dix.
Para Mar, el mercado da vida y color. "Son proyectos culturales. Sin esto, al final un barrio como el Raval se acaba convirtiendo en un gueto", lamenta la paradista a este medio. Tanto a Dix como a Mar les parece bien cambiar de dinámicas o apostar por desarrollar actividades en el barrio. Sin embargo, el Ayuntamiento ha tomado una decisión "sin proponer alternativas".
Vendedores ambulantes, la raíz del problema
Uno de los factores que han llevado al consistorio a tomar esta decisión es la presencia de "vendedores no autorizados". No obstante, desde la organización aseguran que es un problema que llevan arrastrando hace años. En 2020 y debido a la pandemia, el Ayuntamiento les obligó a reducir el espacio a la mitad. Esto liberó mucho espacio, lo que favoreció la presencia de vendedores ambulantes. "Cuando detectamos este problema avisamos a los técnicos y a la Guardia Urbana. Hace dos años que dimos la voz de alerta y no recibimos ningún apoyo", critica Dix.
Los vecinos del Raval son otro de los colectivos afectados. Describen este mercado alternativo como "el mercado de la miseria". Muchos lamentan la pérdida del Flea Market, pero aseguran que si su traslado implica la desaparición de los vendedores no autorizados están dispuestos a aceptarlo. "Se ponen donde no toca, no hay espacio para caminar y lo dejan todo sucio", denuncia Bea, una de las vecinas.
Una opinión que Mark comprende a la perfección. "Si yo soy un vecino y una persona se pone delante de mi puerta o deja la plaza en mal estado, obviamente me va a molestar", reconoce el director el mercado. Sin embargo, también reconoce que es responsabilidad del Ayuntamiento gestionar el problema. "Siempre llamamos a la policía, pero no viene. Ha habido una permisividad hacia estas personas y no sabemos por qué", concluye.
En busca de soluciones
Tanto la organización como los paradistas y vecindario reclamaron al Ayuntamiento medidas para poner fin a la venta ambulante. "Ofrecimos tres posibles alternativas: regularizar el espacio para ubicar nuestro mercado, regularizar las paradas no autorizadas siempre bajo control o, por las malas, pedir patrullas permanentes", explica el director Mark Dix.
La desaparición del Flea afectará negativamente, no sólo en la vida del barrio, sino también en la vida de los paradistas. Los ingresos de muchos de ellos dependen del mercadillo, incluidos los de Mar. "Para mí es todo un problema. Me avisan de la noche a la mañana, sin ningún tiempo margen", lamenta la paradista. "Tenemos jubilados que participan en el mercado para ganar un poco más de dinero porque no les alcanza con la pensión. Están tristes y enfadados", lamenta Mark.
Cambio de ubicación
La mayoría de mercadillos de segunda mano en Barcelona se realizan en espacios privados. En el caso del Flea, para "sobrevivir" a este duro golpe y dar respuesta a la alta demanda, desde la dirección se plantean instaurarse en Mercantic en Sant Cugat, en Espacio 88 en Sant Martí o en la Estació del Nord, todos ellos de titularidad privada. Sin embargo, esto tiene una cara B: es más caro.
Este cambio supondría un encarecimiento de las entradas para los visitantes, que actualmente cuestan entre dos y tres euros. Además, también se incrementará el precio para los paradistas, por lo que tendrán que pagar más por poner su parada en el mercado. Mar todavía no sabe si continuará o no en el Flea. Si se traslada a un espacio privado, tendrá que valorar el precio.
Una plaza Blanquerna sin vida
Otra de las incógnitas es qué pasará con la plaza Blanquerna. Uno de los miedos es que se llene de más vendedores ambulantes o que se degrade. Preguntados por futuros proyectos o actividades de dinamización del barrio, el Ayuntamiento no ha querido responder a Metrópoli. Por ahora, la comunidad del Flea intentará tirar hacia delante el proyecto, sea donde sea. Aunque "si te enfrentas a un montón de zancadillas, al final te ahogas", aseguran.
Puede que la salvación se encuentre también fuera de Barcelona. Según informa el director del mercado, ya han recibido peticiones de otros ayuntamientos para gestionarlo. "El año pasado hicimos dos mercados en Gavà y uno en Castelldefels. El último que se hará en Barcelona será el 11 de febrero".