La carrera de Antoni Gaudí fue un proceso de reflexión y análisis de diferentes estilos que lo preparó para una nueva arquitectura, entre la tradición y la modernidad, hacia un lenguaje formal, propio y singular. Sus orígenes nos trasladan a Barcelona, donde el artista levantó la gran mayoría de sus obras.
Para conocer la primera de ellas, hace falta remontarse a 1879. Se trata del primer trabajo oficial que encargó el Ayuntamiento de Barcelona al artista catalán. Su obra, la más antigua, se esconde en una emblemática plaza del centro de la ciudad, pero muy pocos la conocen pese a que cada año pasan por ella millones de transeúntes.
Primera obra de Gaudí
En la plaza Reial de Barcelona, situada en el barrio Gòtic, se encuentra la primera obra de Gaudí. Se trata de las farolas que se encargan de iluminar cada noche el espacio, diseñadas por el arquitecto catalán en 1879. Mediante un encargo del Ayuntamiento de Barcelona, Gaudí proyectó dos modelos de farolas de tres y seis brazos, con el objetivo inicial de ser instaladas en diversas vías públicas de la ciudad.
Finalmente, solo se colocaron dos en la plaza Reial, de seis brazos. Diez años más tarde se instalaron cuatro de tres brazos en Pla de Palau, de las que actualmente se conservan dos.
Se trata de dos farolas de luz de gas, elaboradas en hierro colado con base de mármol. Presentan seis brazos de hierro con piezas de bronce en las articulaciones de los brazos, dispuestos en dos niveles de tres brazos. Están coronadas por un casco con alas, símbolo del poder comercial que Barcelona había tenido y aún tenía en aquel momento. Están decoradas con el escudo de la capital catalana y un remate con dos culebras enroscadas, que representan el caduceo de Mercurio.
Historia de la plaza Reial
La plaza Reial es un lugar público de forma rectangular ubicada en Barcelona. Está situada en el barrio Gòtic, en el distrito de Ciutat Vella, y colinda con La Rambla. Urbanizada en 1850, fue obra del arquitecto Francisco Daniel Molina.
Concebida en estilo neoclásico sobre un tejido destruido de la ciudad, cuenta con la particularidad de que su ritmo clásico se subvierte, cambiando mínimamente los espacios entre pilastras, para dar la impresión de que la plaza es cuadrangular. El arquitecto también tuvo la sutileza de permitir la creación de pasajes para conectar las calles del tejido medieval que habían quedado cortadas por la plaza.
La plaza está catalogada como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) en el Inventario del Patrimonio Cultural catalán.