Indignación entre los vecinos del barrio del Raval de Barcelona por la pérdida de zonas verdes para pasear a los perros. Las obras en el parque de Sant Pau del Camp dejan a los perros del barrio sin apenas espacio para correr, con la única alternativa de recurrir a espacios naturales alejados.
Según han explicado residentes de la zona a Metrópoli, se trata de las obras de mejora de la zona verde y por la que se quiere instalar un parque infantil con una zona de juegos.
Obras
Los trabajos se encuentran en fase cuatro, sin embargo, no hay previsión de finalización hasta antes del verano de 2025. "Estamos hablando de más de medio año antes de que los perros recuperen su espacio para jugar, si es que recuperan íntegramente el espacio", critican.
El levantamiento de esta área de juegos implica la ocupación de una superficie de 813 metros cuadrados y una inversión municipal de 1,15 millones de euros.
Hasta que concluya la obra, los perros del barrio han visto reducido su espacio únicamente al pipican, que se mantiene abierto, y a una parcela "minúscula" que ha quedado sin cubrir por el vallado o el material de obra.
Falta de espacio
"Cada día hay overbooking de dueños que, con sus perros, tienen que hacer cola o turnarse para hacer uso del espacio y disfrutar del poco césped que ha quedado libre", destacan.
"Eso, a su vez, hace que otros dueños saquen a pasear a sus mascotas por otros espacios, por lo que los animales hacen sus necesidades por las calles, en sitios que no toca", añaden.
Alternativas
Y, ¿Qué alternativa tienen? Los jardines de Sant Pau del Camp son la única zona verde real que está dentro de las consideradas Zonas de Uso Compartido (ZUC), es decir, espacios en los que en ciertas franjas horarias los perros pueden correr sueltos sin correa.
Por tanto, para poder disfrutar de un espacio así que no sea una calle o plaza adaptada, que tenga algo de vegetación, la alternativa es "o caminar hasta Montjuïc o hasta el parque de la Ciutadella, a dos barrios de distancia", afean.
Hartazgo vecinal
"Al final, la sensación es la de siempre, que somos el último mono y que las necesidades de habitantes de barrios como El Raval no cuentan", aseveran las fuentes consultadas a este digital.
La pérdida de este espacio afecta a los vecinos de forma que, por un lado, los dueños de los perros han perdido el único espacio del barrio para que sus amigos peludos paseen, jueguen o corran en un espacio sin cemento. Por otro, afecta al bienestar animal, pues hay dueños que optan por sacar menos a los perros o únicamente para hacer sus necesidades.
Suciedad en el Raval
Por último, aquellos que no pueden o quieren hacer cola en el pipican, tienen que desplazarse a otros o, en su defecto, dejar que los perros hagan sus necesidades en las calles, lo que aumenta la suciedad de las mismas.
Todo ello, con unos tempos ya marcados y que auguran que la situación se alargará, como pronto, unos seis meses más.
Parque problemático
Con todo, el de las obras es el último problema que se suma a un espacio público ya marcado por la falta de seguridad y los robos, atracos, agresiones a perros y ciudadanos y la falta de sombra que, sobre todo en verano, lo convierte en un parque muy poco amable para los canes.