Durante decenios, los anticuarios dominaron el paisaje comercial del Gòtic. Sin embargo, un cambio en los gustos del público y, posteriormente, la falta de relevo generacional y el auge del turismo de masas, sentenciaron el futuro del sector en toda Barcelona, donde sobreviven alrededor de 30 tiendas.
“Quedan la mitad de los que había hace 25 años”, señala Sergi Clavell, presidente del Gremio de Anticuarios de Catalunya, a Metrópoli.
En el Gòtic, conocido históricamente como el barrio de los anticuarios, apenas resisten seis. Un panorama que contrasta con el de principios del siglo XX, cuando, según datos del Gremio, había más de 70.
Oba Art Gallery, una galería de arte del Gòtic
Este fenómeno, lejos de circunscribirse al casco antiguo, se registra también en otras zonas de la ciudad. En la calle Consell de Cent, en el Eixample, también han cerrado muchas de las galerías de arte que había.
“Ha habido un cambio de flujos y muchas galerías no han sabido conectar con las nuevas generaciones y aprovechar las oportunidades”, asegura Rubén Torres, fundador de las galerías Rubén Torres –una ubicada en la calle de la Palla y otra en Consell de Cent–.
Sector en declive
El primer golpe llegó en 1960, con la irrupción del minimalismo. “Fue entonces cuando las cosas antiguas, con historia, perdieron espacio”, dice Artur Ramon Navarro, propietario de Artur Ramon Art, una de las galerías de arte más antiguas de Barcelona.
La empresa familiar se fundó en Sitges en 1883. En 1942 se trasladó al número 25 de la calle de la Palla, en el Gòtic, “que en aquellos momentos era el centro neurálgico barcelonés del comercio de antigüedades”, manifiesta Navarro.
Objetos del comercio Antiguitats Sandoval, en el Gòtic
También fue testigo –y partícipe– del auge del sector en la capital catalana Olga de Sandoval, que lleva más de 40 años al frente de la tienda de antigüedades del número 21 de la calle Banys Nous. “Cuando llegué había alrededor de 70 anticuarios en el barrio; ahora quedamos seis”, señala en conversación con este diario.
Efectos del turismo
La masificación turística que ha sufrido Barcelona en los últimos años también ha contribuido al cierre de las tiendas de antigüedades.
Este fenómeno ha transformado la fisonomía comercial del casco antiguo, más enfocada al nuevo público mayoritario que al local. “Aquí se han asentado grandes marcas internacionales, que ofrecen un producto más atractivo para los turistas”, lamenta Navarro.
Un porcentaje muy pequeño de extranjeros compra en las tiendas de antigüedades. “El tipo de turismo que viene a la ciudad, al ser de masas, no se interesa por estos productos”, añade.
Sin relevo generacional
Esto provoca un éxodo de anticuarios a otras zonas de la ciudad, como Consell de Cent, conocida por sus galerías de arte. Sin embargo, muchos de ellos no tienen sucesión, motivo por el que acaban desapareciendo.
“Hoy en día es complicado porque el mercado es débil. La única salida que tenemos es la exportación”, señala Navarro, un mercado, según el mismo, “muy competitivo”.
Venta de antigüedades en el Mercat dels Encants
Pese a ello, este anticuario mira al futuro con esperanza y confía en la continuidad de su profesión: “Cada vez somos menos, es verdad, pero es un oficio que siempre ha existido y que siempre lo hará”.
Además, añade, “ha habido un retorno de las cosas antiguas y las nuevas generaciones –después de una época minimalista y de desmaterialización– se interesan por ellas”.
El Gòtic, el barrio del anticuariado
De 1910 a 1936, proliferan los primeros negocios de anticuarios en el casco antiguo de Barcelona para satisfacer la demanda de obras de arte, concretamente en la calle de la Palla. “Habitualmente, en las grandes capitales, se articulaban en los alrededores de monumentos, y en el caso de la capital catalana, cerca de la catedral”, detalla Navarro.
Hasta 1936 fueron años de actividad en el mercado del arte porque muchos de los objetos que habían sido expropiados de las iglesias se hallaban todavía en circulación. Fue entonces cuando se afianzó en la capital catalana el anticuariado moderno.
Su presencia fue en auge durante las primeras décadas, pero el estallido de la guerra civil provocó la destrucción de gran parte del patrimonio y paralizó el mercado de arte.
«Tras el conflicto bélico, el número de anticuarios asentados en la ciudad condal cada vez será menor y ya nunca volverá a gozar del esplendor de los inicios», escribe Navarro en su estudio El reverso de la historia del arte.
Obras de arte del comercio Antiguitats Sandoval, en el Gòtic
A pesar de que estos establecimientos se han ido extinguiendo, a día de hoy el Gòtic sigue siendo la zona que concentra un mayor número de profesionales.
En Barcelona también destacan la Fira de Bellcaire o el Mercat dels Encants, con más de siete siglos de historia.
