El negocio de las bragas usadas está en auge. El fetiche ya no se ubica solo en los pies, ahora también está en la zona íntima femenina. A los compradores más veteranos les encantan las prendas de algodón, mientras que los primerizos prefieren la lencería de encaje, más elegante. Pero en cualquier caso, el requisito es siempre el mismo: que estén usadas, bien usadas.
Las páginas para este tipo de venta proliferan. Una de ellas es Panty.com, que empezó hace menos de dos años y ya registra 4.000 vendedoras solo en España. “Promovemos el fetichismo y la venta de bragas usadas como modelo de negocio”, cuenta la directora de marketing, Elsa Angulo, a Metrópoli Abierta.
“LES PONE SABER QUE SOY YO LA QUE LAS LLEVA”
“Vendo mis bragas usadas por morbo, no por dinero”, desvela una de las ususarias de esta página, la modelo Ninette Shibara. A ella no le da pudor que la gente sepa que vende ropa interior. En las fotos muestra su cara y su cuerpo sin problema. “A los compradores les pone saber que realmente soy yo la que llevo las bragas puestas... Luego, algunos se imaginan que me he masturbado”, comenta en una conversación con este medio. Shibara ha llegado a ganar unos 500 euros al mes vendiendo ropa interior, aunque no es lo habitual. “Depende del tiempo que le dedique, es inestable, pero no importa”, dice riendo.
Según Angulo, algunas de las vendedoras más activas han conseguido ganar más de 1.000 euros al mes gracias a la página y sus bragas. Y a las historias que hay detrás, claro. Porque una braga descontextualizada no vale nada. En la página puedes encontrarte las más inverosímiles. “Manchadas de regla, algunas que han sido utilizadas durante una semana, empapadas de flujo”... Hay historias para todos los gustos.
¿CÓMO LLEGAS HASTA AHÍ?
Ninette Shibara empezó vendiendo vestidos en Wallapop pero se dio cuenta de que algunos usuarios le pedían más. Entonces empezó a vender ropa interior usada, pero la página le bloqueaba la cuenta. En ese momento descubrió que había una página ideal para llevar a cabo sus planes. El caso de otra usuaria de Barcelona, Nessyta23, es diferente. Ella empezó a vender sus braguitas hace relativamente poco, después de ver reportajes sobre el tema. Su objetivo era sacarse un dinero extra.
El problema es que a veces los compradores se confunden. A Ninette le han llegado a pedir citas, pensando que se trataba de una escort. A Nessyta23 algunos le han “pedido más”. “He 'conocido' a mucha gente que solo quiere hacerte perder el tiempo, que si envíame una foto más, que si mira lo que hago pensando en ti... pero luego nunca han tenido intención de comprar”, dice a este medio.
Sin embargo, ambas coinciden en que no han sufrido nunca acoso a través de la página. De hecho, existe un botón de alerta para denunciar este tipo de casos. “Al final todos quieren llevarse buenas valoraciones después de las compras y las ventas, así que la gente es simpática y respetuosa”, zanja Angulo.
TODO TIPO DE SERVICIOS...
Más allá de las prendas, también existe la opción de ofrecer servicios. Por ejemplo, fotografías, vídeos e incluso chat. “No descartamos crear más adelante una plataforma para que los hombres puedan vender sus calzoncillos porque, por ahora, están reticentes en la web”, avanza.
La página en cuestión registra cada día nuevos clientes. Según Angulo, parte del éxito se lo debe al Salón Erótico, donde se promocionaron este 2018. Está claro que donde hay demanda, brota la oferta. “Ofrezco un producto que un cliente está dispuesto a pagar por él, con respeto y educación siempre”, detalla Nessyta23, orgullosa de haber encontrado esta página en la que hacer negocio con las bragas (usadas) ya es posible.