El único casino existente en la ciudad de Barcelona representa un dorado negocio para la familia Suqué Mateu, titular absoluta de la sociedad que lo explota.
Esta saga de empresarios controla una suerte de monopolio en el muy rentable sector del juego en Cataluña, gracias a las dádivas que en su día le concedió el expresidente catalán Jordi Pujol. Los Suqué dominan tres de los cuatro casinos abiertos en la comunidad: los de Barcelona, Tarragona y Perelada.
ESCÁNDALO POLÍTICO
El patriarca de la casa, Arturo Suqué, hoy casi nonagenario, protagonizó en los años ochenta del siglo pasado un sonado escándalo de presunta corrupción, que hizo correr ríos de tinta. Se le conoció comúnmente como “caso Casinos”.
El director financiero de la empresa acusó a su jefe Suqué en 1989 de desviar 3.000 millones de pesetas de las arcas corporativas a entidades y sociedades relacionadas con Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). De la citada cantidad, 600 millones habrían ido a para directamente a la caja del partido de Jordi Pujol.
MUDANZA A BARCELONA
El emporio Suqué abarca empresas vitivinícolas y productoras de plásticos. Pero, a la vez, está amasando auténticas fortunas gracias a la explotación del vicio del juego, tanto en Cataluña como en Iberoamérica. Al otro lado del Atlántico posee casinos en Argentina, Chile y Uruguay.
En el extenso grupo familiar descuella por su altísima rentabilidad el Casino de Barcelona. Él solo gana más del doble que todas las salas de apuestas del grupo juntas.
Durante dos décadas estuvo abierto en Sant Pere de Ribes, pero su apartada localización era un reclamo escasamente atrayente para los ludópatas.
REGALO PRESIDENCIAL
Arturo Suqué se las arregló para que su íntimo amigo Jordi Pujol le autorizara trasladar el negocio a Barcelona. Dicho y hecho.
Pujol, siempre solícito a las peticiones de sus compadres y financiadores, le concedió la licencia en 1998. Un año después se inauguraba el espectacular recinto en los bajos del hotel Arts, en el Port Olímpic, donde antes se habían alojado las galerías comerciales Sogo, de capital japonés.
Las instalaciones triplicaban con creces la superficie de las situadas en Sant Pere de Ribes. La ubicación definitiva en la Ciudad Condal acarreó un aumento exponencial de la afluencia de aficionados a la ruleta, el póquer y las máquinas tragaperras.
El establecimiento funciona todos los días del año, con un horario de apertura de cuatro de la tarde hasta cuatro de la mañana los días laborables, y hasta las cinco los fines de semana y festivos. Pero todos aquellos jugadores que quieran saciar sus ansias disponen de una sala de tragaperras abierta las veinticuatro horas del día.
RENTABILIDAD
En los veinte años que lleva en el Arts, el Casino de Barcelona ha pasado a ser la empresa más rentable, con enorme diferencia, del vasto grupo Suqué Mateu. Hoy este conglomerado lo dirigen los tres hermanos y herederos Javier, Miguel e Isabel Suqué Mateu.
El casino barcelonés crece a buen ritmo y ya ingresa 100 millones de euros al año. Sus beneficios son copiosos, con rentabilidades del orden del 15%. Dicho con otras palabras, por cada cien euros que se dejan los clientes en el local, 15 van derechos a la rúbrica final del beneficio neto.
La sociedad de cartera o holding de la familia se llama Inverama, un poderoso consorcio dotado con unos fondos propios de casi 600 millones. Su cuartel general se encuentra en el castillo de Perelada, cercano a Figueres y propiedad de la familia.
En la misma zona, los Suqué Mateu poseen asimismo una espléndida finca, a caballo de los municipios de Llançà y Colera. Es una de las mayores y más opulentas de las existentes en esa zona del Alt Empordà.