El covid ocasionó un agujero considerable a la firma Poble Espanyol de Montjuïc SA (Pemsa), gestora de las instalaciones ubicadas en la montaña barcelonesa.

Pemsa cerró las puertas tras la declaración del estado de alarma en marzo de 2020. De inmediato, presentó expedientes de regulación temporal para 46 de los 57 empleados.

Así permaneció de forma intermitente el resto del año.

DESCENSO EN PICADO

Dado el colapso comercial, las ventas de la casa se derrumbaron. En el ejercicio entero solo recaudó 1,59 millones.

Significan un desplome del 74% en comparación con los 6,1 millones anteriores.

Réplica de calles tradicionales en el Poble Espanyol

 

DÉFICIT

Con esos reducidos ingresos fue imposible la obtención de resultados positivos.

La compañía declaró unas pérdidas antes de impuestos de 2,1 millones, cuando en 2019 había ganado 600.000 euros.

CRÉDITOS ICO

Debido a la situación deficitaria, no se repartió dividendo. Los números rojos contabilizados en 2020 han reducido el patrimonio a 1,4 millones.

Pemsa suscribió cuatro préstamos ICO. Así, las deudas bancarias se triplicaron con creces de 1,3 a 4,3 millones. De forma correlativa, la tesorería engordó de 970.000 euros a 2,6 millones.

PERMISO DEL AYUNTAMIENTO

El recinto monumental es de titularidad municipal. Desde 1986, la sociedad Poble Espanyol de Montjuïc disfruta de una concesión administrativa para explotarlo.

El acuerdo se firmó inicialmente por un periodo de 30 años. En 2003, la empresa y el consistorio de la Ciudad Condal suscribieron una prórroga.

TÉRMINO DE LA CONCESIÓN

El plazo se extendió veinte años más, de modo que el permiso administrativo se extinguirá finalmente en 2036.

En ese momento, los terrenos y todas las construcciones existentes sobre ellos revertirán a la corporación municipal.

La entrada del Poble Espanyol, en una imagen de archivo / WIKIMEDIA COMMONS

ORÍGENES CASI SECULARES

El equipamiento se inauguró en 1929, con motivo de la famosa Exposición Internacional de Barcelona.

Tras ese acontecimiento, durante muchas décadas lo gestionó el consistorio. En su regazo burocrático languideció, registró pérdidas a porrillo y el activo se deterioró sobremanera.

RESURGIMIENTO

En 1986 el entonces alcalde Pasqual Maragall cedió la gestión a promotores privados.

Tras varios cambios de manos, desde hace casi veinte años está a cargo del financiero Jorge Campins Figueras, esposo de Elena Daurella de Aguilera. Ésta es hija del veterano empresario Francisco Daurella Franco, y prima-hermana de Sol Daurella Comadrán, presidenta ejecutiva del gigante embotellador de Coca-Cola en Europa, Australia y varios países africanos.

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