La sociedad Parc d’Atraccions Tibidabo, de titularidad municipal, se asemeja a un agujero negro que engulle recursos sin freno ni tasa.
La instalación recreativa acumula dos ejercicios nefastos, saldados con gravosos números rojos.
Varios lustros atrás, cuando su capital estaba en manos privadas, las pérdidas se las comían con patatas fritas sus accionistas. Desde que El Tibidabo está en el regazo del Ayuntamiento, los quebrantos se endosan a los contribuyentes de Barcelona, y santas pascuas.
CESES OBLIGADOS
El recinto de la montaña de Collserola pasó las de Caín a raíz del covid. Se vio forzado a cerrar las puertas de acceso en marzo de 2020. Durante el verano reabrió con muchas restricciones.
En octubre volvió a echar el candado, cuando el reinicio estaba programado para el 6 de marzo, y no pudo retomar la actividad hasta el 15 de mayo. Las medidas fueron acompañadas de dos expedientes de regulación temporal para 160 de los 190 empleados.
RENACIMIENTO
Por ello, el año último el número total de días de apertura, previstos en 145, quedó finalmente en 113, es decir, un 22% menos.
Los 718.000 visitantes de 2019, la última temporada de plena normalidad, se desplomaron a 110.000 en 2020. Por fortuna la actividad se recuperó el pasado ejercicio de forma notable y el parque captó 400.000 usuarios.
BOQUETE
En cambio, lo que no se restablece ni a tiros es el equilibrio de los resultados. El ejercicio de 2019 fue el último con beneficios, cifrados en 940.000 euros.
El año de la pandemia acaeció un viraje radical y declaró una pérdida demoledora de 6,9 millones, con unos ingresos de 2,7 millones. De esto último se infiere que por cada euro facturado, encajó un déficit de casi tres.
INGRESOS
En 2020 la situación mejoró, pero el Tibidabo siguió en terreno negativo. El giro subió a 8,5 millones y el déficit se rebanó a 2,9 millones.
La venta de entradas aportó 3,4 millones; los restaurantes y puestos de comida, 2 millones; el aparcamiento, 2,6 millones; y el medio millón restante corresponde a comercio de recuerdos y otros artículos de regalo.
Año | Giro | Resultado |
2021 | 8,5 | -2,9 |
2020 | 2,7 | -6,9 |
2019 | 15,7 | 0,9 |
2018 | 16 | 0,5 |
La entidad está dotada de unos recursos propios (capital más reservas) de 12 millones. Los terrenos, edificios, instalaciones y atracciones están valorados en 61 millones.
AYUDAS DEL AYUNTAMIENTO
El ejercicio de 2022 se inauguró con malas noticias. La sociedad presentaba un fondo de maniobra negativo de 763.000 euros, por lo que podría requerir el auxilio de su accionista, que es la corporación del consistorio Barcelona de Serveis Municipals.
Esta ya hubo de prestarle el año pasado 6 millones para sostener el balance y taponar los boquetes. Tras el auxilio, la deuda contraída con BSM se dispara hasta los 16 millones.
POLÍTICOS
Albert Batlle Bastardas preside el nutrido consejo de administración de Parc d’Atraccions Tibidabo. Actúa de vicepresidente Pau González Val. Los consejeros son Jordi Martí Galbis, Oscar Ramírez Lara, María Teresa Català Pujol, Joan Teixidor Passola, Marta Labata Salvador, Eva Parera Escrichs y Francisco Sierra López.
El órgano de gobierno no cobró dietas ni remuneraciones por pertenecer al cargo oficial. La gerencia de la sociedad, integrada por el director general y sus inmediatos subalternos, devengó un sueldo de 339.000 euros.
ANDANZAS SECULARES
La historia del parque de atracciones es muy movida. Lo erigió en 1899 el industrial farmacéutico Salvador Andreu.
Casi un siglo después, en 1987, se hizo con la propiedad el financiero Javier de la Rosa, que empuñaba la manguera de los petrodólares de Kuwait.
El Tibidabo experimentó en aquella época un gran impulso y devino un polo de atracción de las familias de la ciudad.
DECLIVE
A comienzos de los años noventa, De la Rosa entró en barrena y arrastró con él a su extenso emporio corporativo.
El Tibidabo languideció durante varios años y se deterioró sobremanera.
ENRIQUE BERNAT
El activo salió a subasta en 2000. Se lo adjudicó Enrique Bernat Fontlladosa, por seis millones de euros.
El empresario Bernat era dueño a la sazón del fabricante de caramelos Chupa Chups y amo absoluto de la modernista y rentable Casa Batlló.
GESTORES POLÍTICOS
El Ayuntamiento de Barcelona, liderado por el socialista Joan Clos, ejerció en 2000 el derecho de retracto y se hizo con la propiedad.
Desde entonces el recinto entero y la gestión pertenecen al consistorio.