El Bulevard Rosa levantará la persiana próximamente. Las míticas galerías comerciales del paseo de Gràcia, que un día fueron refugio de la clase media-alta barcelonesa y permanecen cerradas desde hace cinco años, se preparan para un nuevo proyecto.
El centro comercial se encuentra en un proceso de reforma interna y ya se ha modificado el suelo y las paredes del recinto. El objetivo es generar un espacio más amplio, en el que haya menos locales pero más anchos.
La familia Vives, propietaria del activo, asegura a Metrópoli que el inmueble se está reformando y se dejará listo para “una nueva actividad comercial”, si bien no ha querido detallar el propósito exacto del proyecto.
PROYECTOS FALLIDOS
Los Vives han decidido relanzar las galerías por su propia cuenta tras fracasar su proceso de venta a Decathlon y diferentes sociedades inmobiliarias. En el camino, también ha habido intentos de unir el local con el inmueble adyacente, el Bulevard Dels Antiquaris. El Bulevard Rosa pasó a ser propiedad de María y Quique Vives Ybern en 2010, que intentaron rejuvenecer el activo y captar nuevos clientes, hasta que en 2018 se vieron obligados a poner punto y final.
Ahora, al caminar por el paseo de Gràcia bajo un sol de justicia, se ve a los obreros entrar y salir por una pequeña puerta del edificio, cargados con material de construcción. El proceso de obra ha comenzado hace ya unos meses. Primero, se cambió la instalación de agua y luz. Luego, se modificaron techos y suelos. Y ahora, se está aclimatando toda la instalación para su uso comercial.
REALIDAD VIRTUAL
Al lado de la entrada al Bulevard está la galería de anticuarios, un Ba&Sh y una tienda de cosmética de apenas cinco metros cuadrados. Los comerciantes colindantes al local aseguran que llevan semanas escuchando los ruidos de las obras. También señalan que uno de los locales que abrirá en el resucitado Bulevard será una sala interactiva donde los usuarios podrán entrar en la realidad virtual.
La apertura del Bulevard Rosa en 1978 supuso el inicio de un proceso que terminaría cambiando todo el paseo de Gràcia. La moda y los complementos comenzaron a copar los escaparates de la gran avenida. En la memoria de toda una generación de barceloneses aún permanece el recorrido de sus pasadizos interiores, delicadas tiendas de bisutería e incluso los lavabos mixtos con puertas transparentes.
Como una ciudad dormida, las cuatro arterias que conformaban el interior del recinto han permanecido entre la oscuridad y el silencio estos cinco años. Del que un día fue un emblema de la ciudad ahora queda sólo un recuerdo nostálgico, un proyecto incierto y los desperdicios de un activo con un valor anual de renta de cinco millones de euros.