La Guardia Urbana de Barcelona ha comprado 150 pistolas Walther PPS-M2 para surtir a los agentes de su plantilla, escasos de armamento. Son pistolas destinadas a sustituir a otras armas que o bien han tenido alguna avería o bien están ya obsoletas, según rezan los informes internos del consistorio. Pero en su gran mayoría servirán para surtir a los miembros de la nueva promoción de policías locales que se incorporan al cuerpo. “Es preciso dotar a los agentes de los recursos idóneos para realizar su actividad”. Por ello, se lanzó un concurso para suministrar “pistolas reglamentarias para los agentes con el fin de satisfacer las necesidades de material tanto por reposiciones por motivos de deterioro u obsolescencia como para la dotación de la nueva promoción de agentes”. 

Las armas costarán al consistorio la suma de 98.917,50 euros y se comprarán a la empresa Borchers. Esta sociedad tiene su sede en la localidad vasca de Gernika y pertenece a la familia Borchers Gárate. Se trata de una sociedad fundada hace casi 60 años y que es una de las empresas de referencia de la importación y distribución de las principales marcas de armas relacionadas con la caza y el tiro, tanto en pistolas como en revólveres, carabinas, rifles, escopetas o armas anestésicas. Las pistolas suministradas a la Guardia Urbana de Barcelona son vendidas por esta empresa a 804 euros la unidad, aunque para el consistorio barcelonés el precio quedó fijado en 659,45 euros por cada arma. La compañía no vende a particulares, sino sólo a la Administración o a armerías y tiendas especializadas. Borchers fue la única empresa que se presentó al concurso abierto por el Ayuntamiento de Barcelona. 

Pistola Walther PPS-M2 ARCHIVO

EXHAUSTIVAS PRUEBAS 

Las Walther suministradas a la Policía Local de la capital catalana son de calibre 9 mm parabellum y tienen 3 cargadores cada una, con capacidades de entre 6 y 8 cartuchos. El peso con el cargador vacío es de 590 gramos y su armazón está fabricado en polímero, mientras que la corredera y el caño son de acero. Cada arma lleva la marca, el modelo y el número de la pistola, así como el logotipo de la Guardia Urbana. Se entregan en un estuche con los utensilios de limpieza y un catálogo en castellano y catalán. Una condición indispensable es que la empresa debe ofrecer un 1% del contrato en piezas de recambio, principalmente de adaptadores de cargadores o cargadores enteros. Y junto con ellos, debe ofrecer un curso de mantenimiento, reparación y reglaje al personal del servicio de armas de la Guardia Urbana.

Para llegar hasta este extremo, la pistola referida ha tenido que pasar exhaustivas pruebas con el fin de determinar su idoneidad. Un cabo y tres agentes se encargaron de realizar todos los ensayos posibles con la pistola para luego confeccionar un detallado informe que firmaron Abel García, cabo responsable del servicio de armas, y Sergi Amposta, adjunto a la gerencia de la UDAI (Unidad de Deontología y Asuntos Internos). “El resultado de las diferentes pruebas de evaluación ha resultado satisfactorio (…) El arma objeto de la prueba ha superado todas las pruebas técnicas a las que se ha sometido. Así pues, se concluye que esta arma cumple con los criterios actuales para dar servicio dentro de la Guardia Urbana de Barcelona”, concluye el informe.

1.000 DISPAROS DE PRUEBA

Entre las pruebas realizadas se encuentran la de precisión, realizando disparos a 7 metros de distancia. Los agentes dispararon con la misma arma para mostrar la adaptación a diferentes tipos de morfología de la mano. La pistola, pensada para diestros, puede ser utilizadas también por zurdos incorporando un adaptador. En las pruebas se midieron también los elementos de puntería, la fiabilidad del arma, la seguridad y resistencia o la funcionalidad.

Agentes de la Guardia Urbana con pistolas durante el atentado de Barcelona, en agosto de 2017 AGENCIAS

La prueba de resistencia se realizó sujetando la pistola con mano fuerte, débil y con las dos manos, con diferentes inclinaciones, cadencias de fuego y diferentes tiradores. En total, se utilizaron 1.000 cartuchos para determinar su fiabilidad, en series de 250 disparos y dejando enfriar el arma entre serie y serie. También se sometió el arma a varias caídas en vertical desde 1,5 metros de altura, sin que se resintiese ni deteriorase y para comprobar también que no haya un disparo accidental por la caída.

Una de las condiciones del arma requerida por los responsables municipales era que debía ser una pistola pequeña y compacta, susceptible de “llevar con discreción”. Y argumentan que “esta actuación es de competencia municipal y tiene como objetivo garantizar la protección y seguridad, de acuerdo con la normativa de seguridad e higiene en el trabajo”.