Más de tres millones de cruceristas e in crescendo. Este 2023 se cerró como el año con récord de turistas procedentes de cruceros que desembarcaron en Barcelona. Según el Ministerio de Transportes, la capital catalana alcanzó los 3.568.901 viajeros el año pasado, un incremento de más del 50% respecto a 2022 y un 18% más que 2019, año que registró la mejor marca. Hasta ahora. Estas cifras, lejos de reducirse, podrían experimentar un fuerte crecimiento con la puesta en marcha de dos terminales más: la sexta (F) y la séptima (G). Según la plataforma Stop Creuers, Barcelona podría alcanzar los 4,5 millones de cruceristas.
En plena recuperación del sector, el Ayuntamiento de Barcelona y el Port de Barcelona dieron luz verde a la activación de la Terminal F y la Terminal G, ambas en el Moll Adossat. La primera --concedida a la compañía MSC-- está prevista que entre en funcionamiento a finales de año o principios de 2025, mientras que el futuro de la Terminal G todavía está en el aire. Su construcción se acordó en 2018 bajo el mandato de la exalcaldesa Ada Colau. La naviera Royal Caribbean se hizo con la licitación, que se anuló tras los recursos jurídicos de otras tres compañías del sector que acusaban al puerto de hacer el pliego de condiciones a medida para la naviera norteamericana.
LLEGADA DE CRUCEROS INMENSOS
Según el consistorio barcelonés, el acuerdo tenía como objetivo alejar las zonas portuarias más próximas a la ciudad. Esto pasaba por cerrar terminales cerca del World Trade Center y construirlas de nuevo en el Moll Adossat. Sin embargo, para Ariadna Cotén, miembro de Stop Creuers, se vendió este pacto con la "excusa de alejar la contaminación, aunque en realidad fue un engaño".
Según Cotén, los barcos que amarraban en las antiguas terminales eran pequeños cruceros o ferris, mientras que las terminales ubicadas en el Moll Adossat y las que se prevén construir tienen capacidad para grandes cruceros. De hecho, según datos del Port, la terminal A tiene una superficie de 6.500 metros cuadrados, la dimensión del barco puede ser ilimitada y tiene una capacidad para 4.500 pasajeros, mientras que la terminal Sud del World Trade Center tiene una superficie de 5.000 metros cuadrados, la dimensión del barco debe ser de 253 metros y tiene una capacidad para 1.400 pasajeros.
Desde el Ayuntamiento reconocen esta problemática. Si bien el teniente de alcaldía de Turismo, Jordi Valls, afirma que se ha mejorado en cuestiones ambientales, también indica que el Moll Adossat facilita la llegada de cruceros con más capacidad. "Pasamos de barcos con una capacidad de 700 u 800 pasajeros a barcos de 4.000 o 5.000 pasajeros", señala. No obstante, Valls recuerda que las externalidades son fruto del acuerdo firmado en 2018. "Hemos expresado esta preocupación al Port, defendemos los cruceros, pero es verdad que tienen unas incidencias negativas en el turismo", sostiene el teniente.
Barcelona ha superado el récord de cruceristas sin tener todas las terminales en pleno rendimiento. Por ahora funcionan cinco de las siete previstas. "Si este año ya hemos alcanzado los 3,5 millones de cruceristas con cinco terminales, con dos más será una barbaridad", lamenta Cotén. Desde Stop Creuers calculan que por el volumen de los cruceros que amarran actualmente, por cada nueva terminal "habrá unos 500.000 cruceristas más" y, cuando estén todas las terminales operativas, "podríamos alcanzar los cuatro millones o más", avisa.
Una cifra que no comparten desde el Port de Barcelona. Según informan a Metrópoli fuentes portuarias, se está "cumpliendo" el pacto acordado con el Ayuntamiento en 2018. También recuerdan que se están cerrando terminales para alejar la contaminación y los cruceros de la ciudad. Preguntados por un posible incremento de los cruceristas, las mismas fuentes no prevén una llegada masiva de turistas porque los barcos "no siempre van al 100% de la capacidad".
LA CONTAMINACIÓN SIGUE SIN RESOLVERSE
Además de la masificación turística, otra de las cuestiones más polémicas del turismo de cruceros es la contaminación. En este sentido, una de las plataformas más críticas es Ecologistes en Acció. Según Didac Navarro, el hecho de alejar los grandes barcos de la ciudad no reducirá los niveles contaminantes si se sigue usando Gas Natural Licuado (GNL). "Se vende como un combustible más sostenible, pero es una falsa solución", denuncia a este digital.
El Port llevó a cabo a lo largo del pasado año un total de 199 operaciones de suministro de Gas Natural Licuado en barcos que sumaron 143.000 metros cúbicos. La cifra duplica la de 2021, en el que se alcanzó 65.000 metros cúbicos, según datos ofrecidos por el presidente de la infraestructura, Lluís Salvadó.
"Los cruceros dejan de utilizar lo que se llama heavy fuel oil, un tipo de combustible que es muy contaminante y tóxico, para pasar al gas natural licuado", explica Navarro. Según el ecologista, el problema reside en que este combustible, que se considera más sostenible, emite muchos gases de efecto invernadero porque tiene fugas de metano. "Los barcos cambian al GNL porque no tiene la parte tóxica que sí contienen los heavy fuel oil, como el óxido de nitrógeno, el óxido de sufre o metales pesados". No obstante, Navarro alerta de que el Gas Natural Licuado emite "partículas ultrafinas" que están muy poco estudiadas, pero que están relacionadas con problemas de salud, como los ictus o el cáncer.
Por todo ello, las entidades ecologistas y asociaciones piden al puerto "parar el proceso de licitación y concesión de la séptima terminal de cruceros", y abrir un diálogo con la ciudad "para establecer un plan de futuro, que escuche a su población y que no priorice el lucro privado sino el futuro de la ciudad y del planeta".
Preguntados por este asunto, la Asociación Comercial de Líneas de Cruceros (CLIA) no ha respondido a las cuestiones planteadas por este medio.