Nuevo frente abierto para la Copa América. La competición deportiva ha pactado con la concesionaria del Port Vell la expulsión de los pescadores de la Barceloneta de sus espigones en el Moll del rellotge, con un acuerdo que se ha firmado a espaldas de los casi 50 trabajadores y nueve embarcaciones de pesca de arrastre.
El futuro desahucio ha menguado la paciencia de los pescadores, que en una denuncia expuesta en exclusiva a este medio expresan “que nadie les moverá de donde están”. Los trabajadores señalan que se sienten ninguneados por el Port y la Copa América, que les ha comunicado que no tiene presupuestado gastar ni un céntimo en indemnizarlos por el atropello.
Pérdidas de miles de euros por culpa del evento
No es el único embate de la Copa América contra los pescadores. Las familias también denuncian, por un lado, que la competición quiere restringir la navegación de los marineros durante los tres meses de competición, lo que supondrá “pérdidas de miles de euros” en sus ya maltrechas arcas.
Por otro lado, los pescadores también se lamentan por las afectaciones de la competición en las inmediaciones del puerto. El excesivo control policial, los cortes al tráfico y las restricciones a la movilidad peatonal afectarán a sus ventas. “Las actividades colapsarán el Moll y los compradores no podrán acudir a por pescado de forma adecuada”, aseguran.
Reclamaciones
Para paliar esta situación, exigen que se retomen las conversaciones entre todas las partes y se acuerde una recompensa monetaria, calculando las pérdidas generadas por la inactividad en los meses de competición y el menor flujo comercial en el Moll de Pescadors de la Barceloneta.
Las familias afectadas recalcan que los meses de verano son aquellos en los que el sector pesquero más factura, por lo que las consecuencias de un parón serían “inimaginables”, ya que “su situación es muy dura y esto supondría otra estocada: quizás la definitiva”.
La pesca, un oficio maltrecho
En las primeras reuniones que mantuvieron los representantes de la competición con la Copa América, los pescadores plantearon una batería de medidas que, de momento, continúan sin respuesta.
Los meses avanzan y la llegada de la Copa América ya sobrevuela el horizonte barcelonés. Los pescadores más veteranos son los más recelosos: muchos hablan de la larga sombra que ha tenido los Juegos Olímpicos sobre su actividad, y recuerdan añorados cómo antes de 1992 más de cincuenta barcos surcaban las aguas barcelonesas. Ahora, apenas quedan una veintena de embarcaciones, nueve de arrastre y una decena de cercos, y todo parece indicar que tras la competición deportiva estas cifras pueden seguir menguando.