Atrás queda la frase "los lunes no se compra pescado porque los domingos no se pesca" dicha por muchos abuelos. Con los nuevos tiempos, ir a una pescadería se ha vuelto una actividad un tanto atípica. Las prisas, los cambios en el consumo (ahora se come más de restaurante) o incluso el desconocimiento por los tipos de pescado hacen que los compradores vayan "a lo fácil y rápido" y decidan comprarlo congelado. La caída del consumo de pescado fresco provocado por la crisis económica y el cambio de hábitos alimenticios de la población ha contribuido al cierre masivo de pescaderías.
Según el Gremi de Peixaters, Barcelona ha perdido alrededor de un 20% de las pescaderías en los últimos seis años. Actualmente hay 509 establecimientos en el Barcelonès. En concreto, en la capital catalana hay 451 locales de la categoría 'pescado y marisco', de los cuales 217 se encuentran en los mercados municipales, según datos aportados por el Ayuntamiento.
Ahogo por parte de las administraciones
Para el presidente del Gremi, Àlex Goñi, hay un factor esencial que explica la desaparición de las pescaderías, y es un cambio social. “En este momento cocinamos poco. No se come en casa. Hay un segmento de personas que no conocen los pescados. Como ya no se compra el producto fresco en el mercado, la gente no sabe qué pescados hay ni cómo se cocinan”, explica Goñi a Metrópoli.
A pesar del desconocimiento de las diferentes clases de pescado y de las consecuencias que provocó la pandemia del covid en el sector, el factor que más incide en la desaparición de las pescaderías es la "incomprensión" por parte de las administraciones. “No entienden la dimensión de nuestros negocios. Somos empresas pequeñas y familiares, con pocos trabajadores, pero se nos bombardea con una gran cantidad de normas y burocracia que nos ahoga”, lamenta el presidente del Gremi.
Muchos de los negocios trabajan para cumplir la normativa, aunque a veces es imposible. A la dificultad de tirar adelante un negocio que se encuentra en decadencia se suman las “constantes inspecciones y sanciones” que aprietan, todavía más, al empresario.
Otro de los problemas a los que se enfrentan los vendedores es el relevo generacional. Ser pescadero es un "trabajo duro, con horarios complicados". Cuando uno de ellos llega a la jubilación, nadie quiere ponerse al frente porque "la gente quiere negocios que sean rentables y cómodos", asegura Goñi.
Precio del pescado, un motivo para no comprarlo
Uno de los prejuicios del sector es que comprar pescado fresco es muy caro. Goñi lo niega. "Es el producto que más ha mantenido o bajado los precios en los últimos meses. Hay diversidad y buena calidad al alcance de las distintas disponibilidades de los consumidores", defiende el presidente del Gremi.
Una de las soluciones que para Goñi podría favorecer el aumento del consumo es que las autoridades "bajen el tipo de IVA", algo que comparten desde la Federación Nacional de Minoristas de Pescado (Fedepesca). La patronal reclama al Gobierno de Pedro Sánchez que se incluya el pescado y al marisco en la lista de alimentos básicos sobre los que se prorrogarán las medidas de reducción del 10% al 4% del IVA hasta junio de 2024.
Un problema generalizado
La pérdida de pescaderías es un “problema global”. En Catalunya, la situación es cada vez más preocupante. Según un informe por el Consejo Superior de Investigación Científicas (CSIC), Catalunya perdió ente 2016 y 2021 casi un 24% de las pescaderías. En España, la desaparición de los comercios asciende hasta el 26% entre 2007 y 2020, según datos de la patronal Fedepesca.