Una paradoja, o una gran oportunidad para establecer un nuevo consenso social sobre la vivienda en Barcelona, que ahora está completamente roto. Los expertos inmobiliarios que conocen el mercado y que ahora reciben numerosas peticiones de propietarios de viviendas, “asustados” con la nueva normativa de la Generalitat que desea eliminar en cinco años la oferta de viviendas de uso turístico, entienden que lo que políticamente se pretende acabará siendo un fracaso. Es decir, si se desea incrementar el número de viviendas –ante la escasez y la fuerte demanda—el objetivo no se logrará reduciendo los pisos turísticos, y es que hay “más vivienda vacía que apartamento turístico en la ciudad”.

El Govern de la Generalitat, que se ha visto interpelado y que ha reaccionado en un momento electoral con un decreto ley para eliminar esos pisos turísticos, y que acaba de añadir otra medida, --un decreto ley extraordinario para regular los alquileres de temporada, una medida que incluye a este tipo de alquiler y habitaciones en el tope de precios fijados en las llamadas zonas tensionadas—busca incrementar el número de viviendas para aquellas personas que las necesitan, para la población local. Pero, ¿tendrá éxito?

Una foto del interior del piso en alquiler FOTOCASA

Uno de los que conoce con más detalle esa realidad inmobiliaria es Eduardo Navarrete, (Konta Partners, consultora boutique inmobiliaria), que señala el impacto que podría tener en Barcelona y en el área metropolitana. Tendrá un efecto “negativo”, según sus cálculos, en los 8.000 millones de euros que proporciona el turismo en toda el área metropolitana, en el empleo –12,5% procede del sector turístico—y en el PIB, ya que el 15% del PIB proviene de esa actividad, además del impacto negativo en el sector de la restauración y el comercio.

La voluntad de Collboni

La cuestión es que hay más viviendas vacías que pisos turísticos, según los datos que manejan las inmobiliarias. ¿En qué medida hay viviendas turísticas en la ciudad? Los pisos turísticos representan el 45% de la oferta de alojamientos turísticos y sólo el 1,14% del parque total de viviendas de la ciudad. En concreto se trata de 9.470 viviendas para ese uso, frente a las 827.000 viviendas totales. ¿Qué está en juego? Los expertos consideran que, si se elimina esa oferta, se pone en peligro una demanda de familias que viajan, estudiantes, investigadores o trabajadores dedicados a proyectos concretos, congresistas o nómadas digitales –también conocidos como expats.

Un piso turístico en el centro de Barcelona

Esos datos, que ofrece el propio Ayuntamiento de Barcelona, se pueden detallar con mayor precisión. Y es que de esa cantidad de 9.470 pisos turísticos, los activos son unos 7.000, por lo que la cifra no llega al 1% del total del parque de viviendas de la ciudad. El alcalde Jaume Collboni se comprometió, a principios de año, a minimizar todo lo posible ese volumen de pisos turísticos, reduciéndolo a “cero” en distritos como Ciutat Vella.

Las reuniones estos días de pequeños propietarios individuales --el 80% de la oferta de pisos turísticos--, inversores y family offices, que  controlan esos apartamentos son continuas, y se denota “nerviosismo y preocupación”, según indican las fuentes consultadas del sector. El decreto ley del Govern de la Generalitat, que regula la temporalidad de los alquileres, sebe convalidarse en el Parlament, y ni el PSC ni Junts per Catalunya están dispuestos a hacerlo, en plena campaña electoral, justo antes del 12 de mayo. Pero nada garantiza al sector que el decreto sea una de las condiciones de ERC para apoyar al futuro presidente de la Generalitat.

¿Quién llega a un piso turístico?

Eduardo Navarrete insiste en una cuestión, al margen de los perjuicios o de lo que dejen de ganar los propietarios de pisos turísticos, sean particulares o un Family Office: “Lo importante es que el gran problema de la vivienda no se resuelve con medidas como ésta. Hay un problema grave, nadie lo oculta, pero debería solucionarse con vivienda pública, con la colaboración público-privada”.

La propia naturaleza de los que utilizan esos pistos turísticos debería llevar a replantear la medida, según el sector, que se refiere a la Generalitat, pero también al Ayuntamiento de Barcelona, decidido a reducir casi por completo el fenómeno. Y es que el 75,3% de los usuarios realiza las estancias en familia o en pareja. No se trata, por tanto, de pisos destinados por completo a fiestas o a jolgorios entre amigos. Sólo un 17,6% son usuarios que llegan en grupos de amigos.