Este miércoles, el mercado de Sant Antoni volverá a abrir sus puertas, después de nueve años y 80 millones de euros. Durante este tiempo, Barcelona ha experimentado grandes cambios y la zona de Sant Antoni ha vivido de cerca la transformación de sus negocios, que cada vez más han ido enfocando sus productos hacia el turismo. Es por eso que los vecinos tienen miedo. No quieren que se produzca una intensa “turistificación” del barrio y un incremento de los precios de la vivienda, sobre todo del alquiler.

Los vecinos y plataformas del barrio alertan de que puede provocar su expulsión al atraer fondos de inversión que adquieran edificios enteros con la intención de reformar los pisos y venderlos a un mayor precios, descartando renovar los contratos a los inquilinos.

EL AYUNTAMIENTO QUIERE COMBATIR LAS ADVERSIDADES

El consistorio de Ada Colau tiene la intención de combatir las adversidades que puedan ir surgiendo. El concejal de Turismo, Comercio y Mercados, Agustí Colom, aseguró el pasado martes que el ejecutivo municipal se implicará para evitar un "monocultivo" de servicios y comercios vinculados al entorno del mercado de Sant Antoni, fundado en 1882.

En este sentido, garantizó también que impulsarán medidas para prevenir la gentrificación y la subida del precio de la vivienda en el área, y afirmó que el esfuerzo del Ayuntamiento va dirigido a un mercado para los vecinos: "No queremos que su renovación provoque su expulsión del barrio".

Aun así, admitió que el mercado se convertirá en un nuevo polo de atracción de vecinos y visitantes. Sin embargo, remarcó que su dirección y los paradistas tienen como objetivo dirigir su oferta comercial a los barceloneses.

ASÍ SERÁ EL MERCADO

El mercado abrirá con una superficie total construida de 53.388 metros cuadrados distribuidos en cinco niveles –cuatro de los cuales han sido excavados–, y tendrá 235 establecimientos: 52 de productos frescos, 105 de encantes y 78 del dominical de libros.

Desde las calles Urgell y Manso se podrá acceder a una nueva calle formada por el espacio del foso creado por la contraescarpa medieval hallada durante las obras, una zona visitable que conectará tanto con el mercado como con el aparcamiento soterrado a través de rampas mecánicas.

El próximo fin de semana tendrá lugar una fiesta de apertura con una veintena de actividades que combinarán tradición y cultura del barrio, formación de consumo responsable y visitas guiadas. Además, el entorno de Sant Antoni se convertirá en una Superilla, que por ahora avanza a buen ritmo y, a diferencia de la del Poblenou, está teniendo una gran acogida. Así pues, el tráfico estará pacificado y contará con una nueva gran plaza en el cruce entre las calles Tamarit y Borrell.