El telón sube y baja en el Antic Teatre. La actividad sobre el escenario (y en la barra del bar) no cesan. Mientras que el bullicio de su singular patio late cebada y juventud, dentro del local los activistas culturales se rompen la cabeza en innovar las artes escénicas. Una simbiosis que puede tener los días contados si la demanda judicial del propietario prospera. 

Según el abogado de la defensa, Antonio Murias, el dueño “pretende que las personas que tienen alquilado su local paguen la reforma de toda la fachada del edificio y del terrado”. Ellos se niegan, “ya que esta obligación no figura en el contrato”. El juicio sobre el caso ya se celebró y el propietario perdió, aunque la última palabra aún no está escrita. El demandante ha interpuesto un último recurso de apelación a la Audiencia Provincial. 

“Nosotros ya reformamos en su momento todo el local y conseguimos las correspondientes licencias para realizar nuestra actividad”, defiende el alma del Antic Teatre, Semolinika Tomic. Cualquiera que haya visitado el espacio sabrá que es un caramelo en el corazón de Ciutat Vella. 

Ahora, “el propietario quiere recuperar un espacio en el que hemos invertido 700.000 euros para desarrollar nuestra actividad”, denuncia Tomic. De esa cifra, la mitad la pusieron el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat en forma de subvenciones. “Esto es la típica operación del capitalismo salvaje”, asevera la activista cultural.

¿Qué pide el propietario? Extinguir el contrato firmado en 2006 y con vigencia hasta el 2026,  al considerar que sus arrendatarios no han cumplido con sus obligaciones. Además, en la demanda solicita una penalización económica similar al coste de las obras de la finca, asegura Murias.

EL AYUNTAMIENTO SE DESENTIENDE

Para proteger el espacio cultural, desde el Antic Teatre piden al Ayuntamiento que “blinde el espacio para el uso cultural”. Una propuesta en la que cabría incluso la expropiación, tal como solicitó la CUP-Capgirem Barcelona en el plenario del distrito del mes de noviembre. La proposición, en cambio, fue tumbada por los votos en contra del PP y el PDeCAT al considerar que las subvenciones concedidas no son motivo suficiente para salvar el espacio.

El Gobierno municipal por su parte, considera que el cambio de la calificación del espacio “no es la herramienta urbanística correcta”, si no que la clave del asunto reside en una Modificación del Plan General Metropolitano (MPGM). Una posibilidad que por ahora no contempla el consistorio. 

De hecho, el conseller tècnic de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, aseguró en el plenario que la modificación del PGM comportaría simultáneamente la expropiación del resto de vecinos de la pieza urbanística. “La actividad cultural del Antic Teatre no está en peligro”, aseveró Rabassa con una seguridad de la que discrepan sus responsables: “si no se hace nada ahora, tendremos los días contados”. La idea de renovar el contrato puede resultar utópica con el actual enfrentamiento entre arrendador y arrendatarios. De hecho, el final de la función hoy por hoy está en manos del juez.

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