Dormir en la calle acorta la vida más de 20 años. Las personas sin techo que viven al raso en Barcelona son mayoritariamente hombres y tienen de media 59 años cuando mueren. La esperanza de vida es claramente inferior al resto de la población en general, que viven 80,7 años, los varones, y 86,6, las mujeres. Entre noviembre del 2016 y del 2017 fallecieron en la ciudad 57 personas que, en algún momento de su vida, durmieron en la intemperie, según datos facilitados por Arrels Fundació recogidos entre diversas entidades sociales.
Las razones de una vida más corta de las personas sin techo son muchas y todas suman. El frío, la tensión por tener que buscarse la vida cada día, la violencia a la que se está expuesto, la mala alimentación, el consumo de alcohol o droga y el escaso acceso a la sanidad... Algunos de los datos con los que trabaja Arrels, obtenidos a partir de una encuesta a personas sin techo en la capital catalana, no ofrecen lugar dudas. Un 25,1% de las personas que están en la calle sufren enfermedades crónicas, cifra que aumenta hasta el 46% en el caso de las que dicen tener problemas de salud.
LA MITAD, SIN TARJETA SANITARIA
Más de la mitad del colectivo, un 52,5%, no dispone de tarjeta sanitaria o dice no saber que existe. El 64% de las personas sin techo más vulnerables han tenido que acudir a urgencias en alguna ocasión durante los últimos seis meses. Y el 31,6% ha sufrido algún tipo de agresión física o verbal. En el caso de las mujeres, los maltratos suben hasta el 40,6%.
El médico de familia del Raval Sud, Daniel Roca, dice que las personas que se ven obligadas a dormir en la calle sufren, resumidamente cuatro grandes tipologías de salud, "problemas de salud mental y adicciones, patologías crónicas, enfermedades infecciosas y patologías accidentales", explica. En la gente que lleva años en la calle, casos muy cronificados, la adicción al alcohol está muy presente, al igual que el tabaco.
Las patologías crónicas suelen ser les habituales del resto de la población, problemas de corazón, diabetes, hipertensión o enfermedades pulmonares. "La diferencia es que están peor controladas y eso acaba teniendo consencuencias en los órganos diana", añade Roca, que cita entre las enfermedades infecciosas habituales hepatitis, VIH o tuberculosis.
"Se trata de personas que suelen estar fuera del sistema sanitario. Cuando van al médico suelen ir cuando están graves, y normalmente entran a través de urgencias", explica el facultativo sobre los sin techo, un colectivo que también presenta una tasa de lesiones accidentales (agresiones, caídas...) mucho más alta que el resto de la población.
De las 57 personas muertas el último año en Barcelona, la más anciana tenía 84 años, y la más joven, 31. En el momento de fallecer, algunos de estos hombres y mujeres seguían viviendo en la calle. Otros, con más suerte, había conseguido acceder a un piso social o albergue, y otras dormían en un hospital o en la cárcel.
1.026 PERSONAS SIN TECHO
En la última década, las cifras de personas sin techo en la capital catalana van claramente al alza. En 2008, había en Barcelona 658 personas que dormían al raso, mientras que en mayo del 2017, cuando se hizo el último recuento, la cifra había crecido hasta las 1.026, un 56%. Un 58% de estas personas lleva más de un año en la calle y la estancia media en la intemperie se sitúa en los tres años y cuatro meses.
Según el director de Arrels, Ferran Busquets, no se está haciendo un esfuerzo suficiente para reducir el número de personas que están en la calle. "Hay personas sin techo por la ciudad. Hay que potenciar la apertura de centros de atención que estén repartidos por toda Barcelona", afirma Busquets. Una persona que se mueva por Ciutat Vella, por ejemplo, difícilmente se desplazará a otra zona de la ciudad para ir a un centro de atención social. Muchos ni siquiera tienen dinero para pagar el billete de metro.