Esta semana el volcán hawaiano Kilauea ha entrado en erupción, provocando la evacuación de 2.000 personas y lanzando cenizas hasta los 9.000 metros de altura. Se han llegado a registrar bloques de lava del tamaño de un coche a un kilómetro de distancia del cráter y más pequeños, del tamaño de guijarros, a 20 kilómetros.
En Catalunya se conserva el mejor ejemplo de paisaje volcánico de la Península Ibérica, en la Garrotxa. Situados a poco más de 100 kilómetros de distancia de Barcelona, este parque natural está formado por 40 conos volcánicos.
Allí se produjo la última erupción de la Península Ibérica, hace menos de 13.000 años. La protagonizó el volcán Croscat, según un estudio llevado a cabo en 2012 por Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), la Universidad de Girona (UdG) y el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).
Aunque estos volcanes se encuentran inactivos, no están extinguidos propiamente, aunque el riesgo de que entren en erupción es nulo. Eso no evita que Barcelona pueda verse afectada por la actividad volcánica, como ocurrió en 2010 con la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull, que obligó acancelar muchos vuelos por la densa nube de cenizas que sobrevoló Europa.
Así pues, Barcelona está a salvo de la lava, si bien tiene cerca unos buenos ejemplos de volcanes para que sus vecinos puedan acercarse a conocer más sobre esta destructora y sorprendente estructura geológica.