El amianto está en todas partes. O en casi todas. Y muchas veces, los ciudadanos lo desconocen. Se convive con él con una naturalidad procedente, sobre todo, del desconocimiento. Pero, precisamente por ello, está convivencia le convierte en un material mucho más peligroso de lo que puede parecer a simple vista. Tanto la Comisión Europea como la Organización Mundial de la Salud han lanzado recomendaciones a todos los países para poner en marcha protocolos para retirar todo el amianto que convive con los ciudadanos.
Sin embargo, en Barcelona poco se está haciendo. Lo sabe bien Miguel Moreno, ex trabajador de Macosa y uno de los principales impulsores de la lucha por la retirada del amianto. Se ha reunido con Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y con Roger Torrent, presidente del Parlament, para hacerles llegar sus peticiones. Por el momento, ha escuchado buenas palabras, pero por experiencia sabe que eso no es suficiente.
“Lo primero que hay que hacer”, afirma Miguel, “es un censo del amianto que hay, sobre todo en los edificios. Hay un directiva de la CEE que recomienda que desde 2015 a 2032 se haga un censo de todo el amianto y se retire. Polonia ya lo esta haciendo. Esto habría que hacer. Aquí ni se ha empezado”.
La llave para solucionar el problema lo tienen las administraciones. “Es evidente que nosotros sabemos menos que la administración, pero aquí todo se silencia. Al parecer, el amianto es un tabú para cualquier administración. Implica un gasto no solo por un tema de la retirada, sino de las indemnizaciones para los que han enfermado por culpa por su culpa. Y no solo a nivel profesional, también en el resto de la población por contaminación ambiental”.
AFECTACIONES DIARIAS
Miguel asegura que el desconocimiento pone en peligro la salud de las personas.”Cuando se hacen pequeñas obras en algunas viviendas, luego ves restos de uralita en la basura. Incluso hay gente que la corta con una radial lo que provoca que miles de fibras de amianto se vayan al aire y sean respiradas por las personas. No se tiene cuidado, bien por un tema de dinero, bien por desconocimiento”.
Por eso, una de sus peticiones a las administraciones es que se comprometan a educar a la ciudadanía respecto a este asunto. “Respirar fibras de amianto produce enfermedades, como cáncer. Y eso la gente debe saberlo. Lo mismo que una fibra de amianto puede desplazarse impulsada por el aire hasta dos kilómetros en una ciudad como Barcelona”.
Uno de los mayores problemas es que se desconoce la cantidad exacta de amianto que queda en Barcelona. Las viejas fábricas con techos de uralita son el ejemplo perfecto, pero es muy normal ver en centenares de edificios los desagües hechos con tuberías de uralita, e incluso quedan tuberías de este tipo que llevan el agua potable a los edificios. “Y todo ello”, denuncia Miguel, “es un riesgo para la salud de las personas. ¿Y por qué no se soluciona? Pues porque las enfermedades que produce no se ven hasta pasados 10, 20 o 30 años. Pero es una enorme irresponsabilidad no solucionarlo”.
PRESENCIA HABITUAL
Miguel Moreno sabe bien de qué habla. Ha visto morir compañeros de trabajo afectados por la inhalación de amianto 20 años después de dejar de tener contacto con el material. Por ello insiste en que las administraciones actúan de manera irresponsable si mantiene su silencio y su pasividad respecto a este asunto. “Que yo sepa, ha habido 30 compañeros muertos por el amianto, casos diagnosticados. Además, hay un buen número de enfermos y cada día aparecen nuevos casos. Y eso que hay mucha gente de la que trabajó con nosotros a la que hemos perdido la pista”.
“En la construcción se usaron miles de toneladas de amianto. Y se saben qué empresas las usaron y en qué edificios. Por eso, basta con hace un censo y empezar a trabajar para eliminarla”, dice Miguel. “En la pasada legislatura municipal ya se aprobó que se iba a hacer un censo, pero no se ha hecho nada. Y con esta política se favorece que la gente no tenga cuidado con la uralita. Hay que hacer campañas de concienciación. Si alguien ve una jeringuilla usada en el suelo no se le ocurre cogerla ya que todo el mundo sabe que hay que tener cuidado. Pues lo mismo debería pasar con el amianto. Yeso es problema de las administraciones”.
RECRIMINACIÓN
Y es aquí donde, según Miguel Moreno, echa falta un mayor compromiso de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. “Dice que no tiene potestad para regulasr, pero tampoco la tiene en la vivienda y bien que se ha ido a Madrid a negociar sobre este asunto. Si hay un problema de salud pública deben moverse y solucionarlo cuando antes”.
Además, no entiende como desde algunas entidades municipales se intenta quitar importancia al asunto. “Al parecer, el distrito de Sant Martí dice que solo hay un edificio público con uralita en todo el distrito. Eso lo sabrán ellos. Pero la mejor forma de averiguarlo es que digan qué edificios son públicos y en qué año fueron construidos. Y en cuanto a los privados, igual. Así sabremos si tienen o no amianto. Pero basta con darse una vuelta por el distrito para ver tejados de uralita aquí y allá”.
Mientras tanto, Miguel Moreno y sus compañeros continuarán con su lucha para lograr que el amianto desaparezca de la ciudad. Y no lo hacen por ellos, que ya lo han sufrido y ya no pueden evitar las consecuencias. Lo hacen por las generaciones futuras, para que no se vean afectadas por este asesino fantasma.