A los jóvenes independentistas no les falta energía. Un año después del histórico referéndum del 1 de Octubre siguen con ganas de reivindicación. Este lunes miles de ellos han pasado de ir a clase y se han plantado a las 12 horas en plaza Universitat para exigir lo de siempre. Llibertat presos polítics, in inde independència y els carrers seran sempre nostres.

Con birra en mano, algunos bailan las canciones de rumba que suenan desde el camión que encabeza la marcha. “Hay mucha peña, ¿no? ¡Qué bien!”, comenta una de las jóvenes en catalán a sus colegas que acaban de llegar. Otras estudiantes deciden qué ropa se pondrá cada una. “¿Yo me pongo la estelada en la espalda y tú la camiseta?”, le sugiere una a la otra. La concentración empieza a avanzar por la calle Pelai de forma pacífica. Los jóvenes no pierden detalle y graban todo lo que les rodea con sus móviles. En estos casos, nunca falta el postureo.

RIFIRRAFE CON SKINS ESPAÑOLISTAS

En un momento determinado irrumpen dos radicales skins al grito de "Viva España". Algunos de los manifestantes se encaran pacíficamente y les piden que se vayan. El resto de espectadores graba con el móvil la tensa escena. “Fora feixistes dels nostres barris”, claman al unísono. Después del pequeño rifirrafe sigue adelante la manifestación sin incidentes hasta plaza Catalunya. Los estudiantes se sienten empoderados y silban al helicóptero de los Mossos d'Esquadra a la vez que le hacen la peineta. En una performance planeada, dos de los presentes lanzan papeletas al aire mientras otros avanzan sosteniendo una urna del referéndum.

Momentos de tensión durante la marcha independentista | HUGO FERNÁNDEZ



Los vendedores ambulantes pakistaníes, por su parte, salen a hacer negocio. Venden banderas a los que se la han olvidado en casa o a los que se han unido a la protesta en último momento, así como cervezas frescas para los sedientos, que de tantos cantos se han quedado secos. Los vendedores no pierden oportunidad. Tampoco unas jóvenes vascas que están estudiando negocios en Barcelona. Se nota que es lo suyo: recorren arriba y abajo la concentración vendiendo a voluntad pulseras, banderolas y aguas con la estelada. Merchandising de nivel.

Una estudiante vasca muestra a Metrópoli Abierta los productos que vende | P.B.



TURISTAS ESTUPEFACTOS

Los turistas que bajan por Portal de l'Àngel observan la manifestación estupefactos. “¿Qué está pasando?”, me pregunta en inglés uno de ellos, ajeno a la petición de independencia. Tres jóvenes aprovechan que las calles están cortadas para sacarse una foto y subirla luego a Instagram. Se tumban en el suelo y se cubren los cuerpos con esteladas. “¿Ha quedado chula?”, le pregunta una a la otra mientras valora el resultado en la galería de fotos de su smartphone.

La marcha sigue avanzando por Via Laietana. En ese momento se pierde la homogeneidad y los grupos se dividen. Algunos van por la calle de Les Magdalenes donde hay agentes de la Policía Nacional cortando el paso. La tensión va en aumento. Algunos se envalentonan y gritan a las autoridades “sin farlopa no sois nadie” y “fuera las fuerzas de ocupación”.

Unos manifestantes se suben sobre una marquesina | P.B.



Es la hora del patio y algunos universitarios salen de la concentración para comerse los bocadillos envueltos en papel de aluminio. Otros sacan directamente el tupper con macarrones o recurren al Nostrum. Es evidente: hay hambre. Otros, más provocadores, suben sobre la marquesina de una parada de bus y se sacan selfies. Desde abajo algunos amigos también inmortalizan la gamberrada con sus móviles.

La multitudinaria fiesta estudiantil termina en plaza Sant Jaume con música de Els Pets y Els Catarres y otras bandas de fondo. El día solo acaba de empezar, se auguran nuevas concentraciones por la tarde. Por ahora siguen los bailes y las cervezas sin incidentes. Sigue habiendo mucho ruido... y pocas nueces.