Ayer sábado se inició la temporada de playas en Barcelona. El Ayuntamiento ya ha puesto en marcha algunos de los servicios que estarán en funcionamiento en el litoral hasta el 29 de septiembre. Entre ellos, el servicio de vigilancia de las playas, que arrastra una problemática sin resolver desde hace años. Se trata de los puntos de vigilancia, que tal y como están diseñados, suponen un riesgo para los trabajadores y bañistas, según denuncian los socorristas.

El principal problema radica en las sillas, criticados desde hace años por el sindicato CGT. Tras sus quejas, el año pasado el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) instaló un nuevo prototipo de torre de vigilancia en la playa Nova Icària de Barcelona por valor de 50.000 euros. La misma debía extenderse al resto de playas de la ciudad y estar lista durante esta temporada, pero finalmente no ha sido así. El Ayuntamiento de Barcelona y el AMB no han llegado a tiempo con la adjudicación del concurso, por lo que los socorristas volverán a trabajar con las mismas sillas que hace 30 años, con la salvedad de la playa de Nova Icària, donde está instalado el polémico punto de vigilancia que ha desatado la ira de los trabajadores. Tanto es así que el sindicato anarcosindicalista lo denunció ante la Inspección de Trabajo por no cumplir con la Ley de prevención de riesgos laborales ni garantizar la seguridad de los bañistas, una denuncia todavía pendiente de resolución.

AFECTACIÓN A LA PIEL

Los socorristas no daban crédito cuando vieron el diseño, realizado por un estudio de arquitectura y sin contar con la participación de los trabajadores, pese a su disposición a colaborar. Según ellos, las deficiencias que llevan padeciendo desde hace años persisten con la nueva silla, entre los que destacan la penetración de las radiaciones ultravioletas (UVA) y los perjuicios para la ergonomía de los trabajadores. Uno de los puntos que más preocupa a los trabajadores es la afectación a su salud, dada la alta exposición al sol que padecen año tras año. El hecho de que no se utilicen materiales que eliminen las radiaciones ultravioletas adecuadamente está haciendo mella en el colectivo, que denuncian el elevado número de socorristas que sufren problemas cutáneos.

Según la CGT, en las últimas revisiones realizadas médicas, de 30 personas que se sometieron a una revisión, a 6 se les detectaron problemas dermatológicos, entre ellos dos casos de cáncer de piel. Este año la empresa concesionaria --una UTE formada por Eulen S.A. y Aunar Group 2009 SL-- se ha comprometido a realizar una revisión dermatológica antes y después de la temporada, con lo que los socorristas esperan ver la afectación real del trabajo que realizan a su salud.

CASO OMISO A LOS TRABAJADORES

Pero las quejas por la polémica silla no acaban aquí. También lamentan escasa funcionalidad, dado que tiene una altura insuficiente, se aleja la ubicación de la orilla de la playa y presenta serias dificultades para ser recolocada, algo habitual en función de las condiciones climatológicas y la cambiante orografía del terreno.

Por ello, realizaron un informe no exhaustivo en el que expusieron todas las carencias de lo que, según ellos, no deja de ser una silla, cuando lo que ellos reclaman es una torre de vigilancia. Carles, un veterano socorrista de Barcelona, lo define como "una lata de coca-cola", y alerta que se está jugando con la salud de los trabajadores. Pese a las insistencias del colectivo, el Ayuntamiento hizo caso omiso de los trabajadores, que piden exportar un modelo de éxito ya aplicado en otros países y que supone un menor desembolso para las arcas públicas.

¿FALTA DE ESPACIO?

Salvador Zettelmann, socorrista y miembro de la CGT, se pregunta por qué el ayuntamiento y el AMB se han puesto a diseñar un nuevo prototipo cuando ya existen modelos eficaces y funcionales en el mercado. En conversación con este medio, explica que uno de los motivos extraoficiales que arguyen es el diseño, que supuestamente va en sintonía con la línea arquitectónica barcelonesa.

Aunque el principal motivo --este sí oficial-- es la falta de espacio en las playas, algo que, según la CGT, se debe a la prioridad del Ayuntamiento de destinar espacio al ocio en vez de la seguridad. Según sus cálculos, el Ayuntamiento destina 11.000 metros cuadrados al ocio y recreación, entre los que se encuentran desde gimnasios al aire libre, juegos infantiles, chiringuitos, hamacas, parasoles, o espacios para perros, entre otros.

Por contra, los socorristas reclaman un espacio de unos 228 metros cuadrados para colocar 20 puestos de vigilancia individuales que cubrirían desde la playa de San Sebastián hasta Levante.

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