Buen tiempo y botellón van de la mano. Por lo menos en Gràcia. Este puente de mayo, jóvenes –y no tan jóvenes– han dado el pistolezo de salida a la temporada de juerga, que ha vuelto a protagonizar las noches de dos plazas sobre todo: la del Sol y la del Nord. Los vecinos, hartos de la situación que se repite verano tras verano, han manifestado su malestar y han pedido –una vez más– soluciones al Gobierno de Ada Colau. Sin embargo, la recta final hacia la campaña electoral de cara a las elecciones municipales del 26 de mayo entorpece un posible desenlace dorado.
“Vuelta a empezar”, resopla Anna Tolosa, presidenta de la plaza del Nord, en declaraciones a Metrópoli Abierta. Este espacio familiar se ha convertido en los últimos años en el plan B de algunos fiesteros que buscan seguir la noche cuando las pequeñas salas del barrio cierran. “Es una discoteca al aire libre”, explican los vecinos.
UN CASO PARADIGMÁTICO
El caso de la plaza del Nord es paradigmático. Hasta hace bien poco era una de las que se salvaban del jaleo y el botellón. Pero a raíz de las fiestas de los Lluïsos de Gràcia y del Esplai el Cercle –con la complicidad del actual regidor del distrito, Eloi Badia, número 7 en la lista de Barcelona en Comú– el asunto se fue de las manos.
“En el último mes y medio hemos tenido que soportar tres fiestas distintas”, cuentan. Todas ellas se alargan hasta altas horas de la madrugada, como tal como ha sucedido este fin de semana con la celebración del Agrupament, que incluía actividades como una comida popular, obras de teatro, guitarreo, karaoke y más música a modo de colofón final. Todo ello, con su consecuente ruido… y suciedad.
BASURA Y PIS: UNA ESTAMPA HABITUAL
Sin ir más lejos, una de las quejas más generalizadas se centra en la basura esparcida por la plaza y en la ausencia de baños móviles para que los asistentes hagan sus necesidades. Es por eso que las entradas a parkings de calles adyacentes amanecen luego con ríos de pis. “¿Hay algún político o técnico municipal que se responsabilice? Desgraciadamente ya sabemos la respuesta”, se contestan a sí mismos de forma retórica.
Más abajo, en plaza del Sol, el drama es el mismo. “Hay instrumentos y envases de cristal en la zona infantil”, detallan los vecinos. Badia aprobó el año pasado –en otro intento más para rebajar las tensiones– la instalación de un parque infantil con el fin de “potenciar el uso diurno de la plaza”. No obstante, se produjo un efecto rebote y ha terminado siendo “la alternativa blandita” para beber por las noches. Y a pleno día.
UNA ACTUACIÓN POLICIAL INSUFICIENTE
Los vecinos de ambas plazas coinciden en que la actuación policial es insuficiente. “Hemos realizado más de ocho llamadas reclamando su presencia. ¿No es prioritario el descanso de los vecinos y las vecinas?”, apuntalan desde la plaza del Sol. También en la del Nord se han quejado en reiteradas ocasiones. “Dicen que ya han tomado medidas pero los policías no vienen nunca, o vienen cuando no toca y está todo tranquilo”, detallan. Hasta el momento, ni Hereu, ni Trias, ni Colau han logrado poner fin al conflicto de cada verano en Gràcia. ¿Llegará durante el próximo mandato?