Nueva York sufre desde hace años un verdadero problema con las plagas de ratas. Hace un par de años el alcalde de Nueva York destinó el presupuesto municipal a una partida de 32 millones de dólares en un programa para erradicar la plaga. Esta barbaridad de dinero no consiguió frenar el número masivo de roedores que campan a sus anchas por la ciudad y que aportan suciedad y enfermedades contagiosas. 

El problema ha ido a más. El sistema de recogida de basuras no ayuda a paliarlo, los roedores aprovechan los montones de bolsas de basuras que se acumulan para alimentarse y así tener fuerzas para reproducirse continuamente. El aumento de la construcción hace que las ratas tengan más lugares donde habitar y el cambio climático y el calor que esto supone tampoco ayudan a erradicar la problemática neoyorkina. 

 

Ratas en el metro de Nueva York / GETTY IMAGES



 

NI MATÁNDOLAS ACABAN CON ELLAS

Los expertos han intentado tomar todas las soluciones posibles. La última propuesta ha sido arrojar en cada madriguera hielo seco en cubos. Al ser dióxido de carbono en estado solido las ratas se asfixian cuando duermen. Pero ni siquiera esta agresiva medida ha conseguido frenar la reproducción de estos roedores. 

La ciudad de Nueva York se encuentra en una encrucijada. Los partidos animalistas están en contra de que se lleven a cabo medidas que hagan daño a las ratas, pero los vecinos apuestan por cualquier propuesta que pueda acabar con este problema. Muchos de ellos se reúnen por las noches para hacer batidas y acabar con el mayor número. 

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