La presión independentista sobre Ada Colau para que apoye a Ernest Maragall como alcalde de Barcelona arreció en las horas previas a la constitución de los Ayuntamientos, que tendrá lugar este sábado. A primera de la mañana, los independentistas inundaron los transportes públicos de Barcelona con pasquines bajo el lema Con Valls no. Y ya no son sólo los partidos soberanistas los que presionan a la aún alcaldesa para que tome una determinada decisión, sino los suyos propios los que se movilizan en ese sentido.
El poderoso lobby independentista que anida en los comunes no se ha quedado quieto ante la posibilidad de descartar un pacto con Esquerra Republicana, aún a riesgo de hacer a Ernest Maragall alcalde y vetar al mismo tiempo a la propia Ada Colau para seguir en el cargo. Ese lobby está dispuesto a cercenar la cabeza de su candidata a cambio de que el consistorio barcelonés se alinee con el soberanismo de la Generalitat. Y fue ese sector precisamente el que se movilizó no sólo por las redes sociales –para que los afiliados de comunes se decanten por un pacto con ERC en la consulta telemática que estará abierta hasta esta tarde a las 17 horas-, sino para hacer campaña activa en favor de un consistorio claramente indepe, bajo la excusa de que, de lo contrario, se estaría pactando “con el 155”.
El cartel distribuido por las redes de Metro y autobuses explica: “El 26 de mayo votamos un gobierno para impulsar políticas sociales y progresistas”. También señala que “no votamos a Valls, no votamos 155. Los votos de Valls no serán gratuitos. ¿Queremos estar en sus manos?”. En otro párrafo, señala: “Barcelona necesita un gobierno valiente que plante cara a los oligopolios. ¿Eso lo podremos hacer con el PSC y los votos de Valls?”. El mensaje es claro: “No queremos que Valls gobierne Barcelona desde la sombra. ¿Colau alcaldesa a cualquier precio?”. Con amigos como éstos, pues, sobran enemigos.
LOS EJEMPLOS DE TARRAGONA Y SANT FELIU
La líder morada está en un verdadero dilema, ya que públicamente se mostró a favor de un pacto con el socialista Jaume Collboni antes que con Ernest Maragall. De hecho, una alianza con los republicanos le podría reportar graves consecuencias en las próximas municipales, ya que sería interpretado como la apuesta definitiva de Podemos por el frente soberanista. Y el voto útil de la izquierda abandonaría definitivamente a los comuns, como de hecho ya comenzó a suceder en los últimos comicios.
Pero más allá de los pasquines y de la batalla interna que pueda soportar Ada Colau, la lectura política del posicionamiento en Barcelona va más allá que el hecho en sí del pacto en la capital. Los comuns apoyaron al candidato republicano en Lleida y Tarragona (en la primera ciudad, ganaron los republicanos por 81 votos, pero en la segunda ganaron los socialistas por 464 votos) para desalojar al PSC de los ayuntamientos. Y no sólo eso: en Sant Feliu de Llobregat, los morados también se aliaron con los republicanos para desalojar del consistorio a la fuerza ganadora, el PSC, que tiene un concejal más que sus rivales. Para rematar la faena, no obstante, serán necesarios los dos concejales de JxCat, ya que entre ERC y los comunes no alcanzan la mayoría absoluta.
“De hecho, Esquerra se queja de que en Barcelona puede pasar lo que ellos ya han pactado en Tarragona o Sant Feliu. Es de una indecencia total la campaña para presionar a Colau y que no pacte con el PSC, cuando ellos montan tripartitos con la derecha de JxCat en otros municipios”, critican a Metrópoli fuentes de los socialistas.
LA ANDANADA DE MARAGALL
El propio candidato republicano, Ernest Maragall, calificó de “votos de la vergüenza” los tres concejales que la candidatura de Valls prestaría gratuitamente a Colau para ser alcaldesa y evitar que la ciudad caiga en manos independentistas. Lo dijo en un artículo de opinión publicado en el diario Ara este jueves. “Estos días, desde el domingo 26 de mayo, estamos asistiendo a un nuevo episodio del que podríamos considerar como prostitución del concepto de democracia representativa. Es vergonzosa la combinación de votos antinatura y sin ninguna coherencia ideológica ni de proyecto conjunto para evitar que gobierne la fuerza más votada”. Lo decía por Barcelona, pero por la misma lógica, se podría aplicar a Tarragona, Sant Feliu o Lleida incluso.
Maragall entró en terreno resbaladizo argumentado que ha de gobernar la lista más votada. “Se ve que la política es poder. Y poder es mantener el cargo. Éste es el mensaje implacable que hoy se impone, como se impuso en muchos otros momentos de la historia. Todo vale para conseguir un objetivo político, sea legítimo o no. Con todo lo que la palabra legitimidad incluye”, escribía el candidato. Aplicando el mismo rasero al Gobierno de la Generalitat, del que él formaba parte, el resultado no puede ser más contradictorio: en las autonómicas, la lista más votada, Ciudadanos, quedó descabalgada por un pacto entre la derecha y la izquierda independentista. Pero nadie puso en duda la falta de legitimidad de esa unión, que en el contexto local de Barcelona el propio Maragall denomina “combinación de votos antinatura”.
La presión a Colau, no obstante, llega por tierra, mar y aire. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, así como los portavoces de ERC y de Junts per Catalunya (JxCat) en el Parlament se refirieron en el pleno de esta semana al asunto, reclamando que deje gobernar “a la lista más votada” y evite un pacto “con los del 155”. Y en el mismo sentido se manifestó Mireia Boya, exportavoz de la CUP, que dejó caer a través de Twitter una pregunta presuntamente inocente. “¿Ya se ha convocado una concentración el sábado en la plaza de Sant Jaume para decirle a Ada Colau que es una vergüenza que pacte con los del 155 de PSC y Ciudadanos?”. La madre de todas las batallas de las municipales está llegando a su punto álgido.