Los hay que están cabreados, otros cansados, otros indignados, otros… Y los hay que quieren buscar un sistema de autoprotección que les permita recuperar una cierta tranquilidad. Son los vecinos de un barrio como el Raval que en los últimos tiempos ha experimentado un aumento desmesurado de las actitudes incívicas y los actos delictivos que ha disparado todas las alarmas.
Por ello, entre algunos ha empezado a sopesarse la posibilidad de poner en marcha una serie de patrullas de vigilancia cuya presencia haga que los delincuentes, muchos de ellos de sobra conocidos en el barrio, se lo piensen dos veces antes de actuar.
Quieren que su sola presencia en las calles sirva como medida de prevención y contribuya a acabar con el crecimiento que han experimentado los actos delictivos en el barrio en los últimos años.
SIN VIOLENCIA
Una de las premisas que se ha planteado a la hora de poner en marcha este tipo de sistema de autoprotección es que el uso de la violencia está absolutamente descartado. Tan solo actuarían como observadores, alertarían a los transeúntes cuando paseasen por zonas conflictivas, lanzarían voces de alarma cuando detectasen algún delito y señalarían a los delincuentes habituales.
A algunos les ha servido como ejemplo el grupo de activistas contra los carteristas que se han decidido a recorrer algunas estaciones de metro avisando a los usuarios de la presencia de los ladrones y obligando en muchas ocasiones a estos a abandonar las instalaciones del suburbano. Sin usar en ningún momento métodos violentos, han logrado llamar la atención sobre un grave problema de la ciudad para que las autoridades responsables adopten las medidas necesarias para solucionarlo.
MARGEN DE GRACIA
Aunque la idea se encuentra en un estado embrionario, ha sido vista de diferente forma entre los vecinos del barrio. Hay partidarios de ponerla en marcha durante el verano, una época especialmente conflictiva en el barrio. Otros directamente son contrarios a este tipo de propuestas. Y otros prefieren dar un margen de confianza al nuevo gobierno municipal para ver cuáles son sus medidas para reconducir las situaciones conflictivas en el barrio.
Los vecinos confían en que tras reconocer Ada Colau y Gala Pin, alcaldesa de Barcelona y ex regidora de Ciutat Vella, al final de la pasada legislatura sus graves errores en temas de seguridad, las decisiones de los comuns sean ahora muy diferentes y opten por hacer una política que mejore la situación en el barrio.
MAYOR PRESENCIA POLICIAL
Una de las claves para que los vecinos partidarios de las creación de las patrullas de vigilancia desistan de su idea es que aumente significativamente la presencia policial en las calles. Siempre han defendido que esa es una de las claves para acabar con asuntos como los hurtos, los robos o las peleas callejeras que tanta tensión han generado en el barrio.
Pero tampoco están dispuestos a esperar demasiado. Muchos están cansados de vivir con preocupación cada vez que una persona mayor o una mujer de su entorno tiene que salir a la calle; o de que cuando tienen que regresar a casa a determinadas horas, bien del trabajo, la escuela o de fiesta, deben salir a buscarlas para que no anden solas por determinadas calles, por temor tanto a los hurtos como a situaciones de acoso sexual.
Tampoco consideran que la actitud de la justicia les ofrezca una gran seguridad. Han visto en demasiadas ocasiones como son muchos los delincuentes detenidos que a las pocas horas vuelven a estar en la misma calle en la que la policía los ha arrestado.
Lo peor, señalan algunos residentes del barrio, es que no tardan en alardear de ese sentimiento de impunidad que les acompaña cuando comenten algún delito, que acaba convirtiéndose en amenazas y actitudes chulescas y provocadoras hacia los que consideran responsables de haberles señalado con el dedo ante la policía.