Guerra total al turismo. La organización Arran, es decir, los cachorros de la CUP, han declarado la guerra a este sector y estudian acciones para mostrar el rechazo. “El modelo turístico responde a un modelo de acumulación de capital que concentra los beneficios en muy pocas manos”, explica esta organización en un comunicado enviado a los activistas independentistas a finales de la pasada semana.
El texto señala que “las luchas vecinales de cada pueblo y barrio son la muestra más clara de que el modelo turístico no beneficia a la mayoría de la población”. Por algo el escrito lleva el sugerente título de “Vuestro modelo turístico es nuestra miseria. ¡Combatámoslo!”. Las juventudes de la CUP han protagonizado, los últimos años, controvertidas acciones en contra del turismo masivo que llega a Barcelona, especialmente con forma de asaltos relámpago de los buses turísticos, aunque también ha habido performances en la Sagrada Familia y La Pedrera (donde hace pocas semanas colgaron una pancarta contra el turismo) o actos de protesta ante grupos de turistas.
El grupo radical afirma que “otro tópico es que el turismo genera puestos de trabajo. Ante eso es imprescindible preguntarnos qué tipo de trabajo y en qué condiciones. Las condiciones laborales de las personas que trabajamos en el sector turístico son extremadamente precarias. Muchos jóvenes nos vemos abocados a estos trabajos y vemos desaparecer una mínima e insuficiente garantía de derechos bajo la coacción de que si no queremos trabajar, ya vendrá otro que aceptará las condiciones”. Este análisis permite a Arran asegurar que es preciso tomar “medidas de urgencia” y una propuesta de mínimos “que ayude a paliar los efectos devastadores del modelo turístico actual”. Estas medidas, en realidad, fueron discutidas y aprobadas en los últimos días del mes de junio, pero no fueron hechas públicas hasta el pasado viernes.
SEIS MEDIDAS DRÁSTICAS
Se trata de seis medidas drásticas que rompen con lo establecido hasta el momento y que son una continuación del posicionamiento que la CUP mantuvo en el Ayuntamiento barcelonés durante la última legislatura. Pero, en realidad, se trata de un brindis al sol, ya que la mayor parte de las medidas son imposibles de materializar porque supondrían quebrar el mismísimo estado de derecho y un reguero de leyes. No hay que olvidar que el pasado mes de marzo, con la recta final de la legislatura, la concejala Eulàlia Reguant dirigió un ruego al consistorio para que éste instase a la Cámara de Comercio de Barcelona y a la Fundació Barcelona Promoció, integrantes del Consorcio de Turisme de Barcelona, que pusiesen en marcha el proceso de disolución y liquidación de esta entidad e iniciasen los trámites para la salida del Ayuntamiento barcelonés y la rescisión de los contratos y convenios en virtud de los cuales se aportaban fondos públicos”.
Entre las medidas propuestas por los cachorros de la CUP figura el “prohibir de forma inmediata la actividad de las empresas relacionadas con los pisos turísticos, como por ejemplo Airbnb, así como regular el precio del alquiler de la vivienda a un máximo del 10% del salario”.
EXPROPIACIONES
Otra de las medidas es “expropiar el parque residencial turístico y las principales empresas y activos turísticos del país: hoteles, parques temáticos, zonas residenciales, etcétera.”. El año pasado, el grupo municipal de la CUP en el Ayuntamiento barcelonés había pedido formalmente la municipalización de todo el lobby turístico.
La tercera medida es “reducir y limitar el número de cruceros y vuelos de avión, así como paralizar las diversas ampliaciones de puestos y aeropuertos de los Països Catalans”. Sus aspiraciones, pues, chocan frontalmente incluso con la estrategia de los principales partidos independentistas de Cataluña, que reclaman la ampliación del aeropuerto del Prat y apuestan por consolidar la llegada de cruceros a Barcelona. Pero coinciden con los postulados de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), por ejemplo, que este mismo martes realizó un acto de protesta frente la Sagrada Familia, repartiendo octavillas en castellano e inglés pidiendo a los visitantes que no cuenten que han estado de vacaciones en Barcelona. Para la FAVB, si no hay un decrecimiento del turismo, la ciudad se degradará aún más, al margen de que ya casi se habla más de la inseguridad o de la vivienda que del turismo en sí.
La cuarta medida de Arran es que ante la ofensiva “que destruye el territorio en zonas de montaña”, hay que defender “la inversión pública en los sectores que trabajan la tierra. En este sentido, apostar por paralizar las ampliaciones de las pistas de esquí y las obras de los Juegos Olímpicos de invierno en los Pirineos, relacionadas con el ocio y la restauración”. La quinta medida, más racional, reclama “mejorar y paliar las condiciones laborales, a través de una apuesta fuerte y real por el control y por la inspección de trabajo, la transparencia, la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas y el fomento del cooperativismo”.
PARALIZAR LAS LICENCIAS
Y la sexta medida es “paralizar de forma inmediata la emisión de licencias de actividad para hoteles y empresas vinculadas al turismo, incluso de aquéllas que están en trámite, e iniciar un proceso de debate público sobre cómo avanzar hacia un modelo de turismo sostenible a nivel ecológico y social”.
La organización radical apuesta por “fortalecer la organización popular a través de sindicatos, entidades y plataformas vecinales que luchan contra el actual modelo turístico. Sólo con lucha conseguiremos que no nos echen de nuestros barrios, que nos paguen lo que toca por el trabajo que desempeñamos y construiremos entre todos un modelo turístico compatible con una vida digna”. El documento acaba con una frase lapidaria: “Si hemos de escoger entre turismo masivo y vecinos, nosotros lo tenemos claro: ¡Vecinos!”. No obstante, las peticiones drásticas son calcadas a las que tradicionalmente los grupos radicales discuten y asumen año tras año, aunque con algunos matices novedosos y detallando los nuevos enemigos que se van identificando.