“A mi familia tengo que decirle constantemente que no puedo hacer ciertos planes. Se adaptan a mí todo el tiempo. He perdido relaciones sociales por no poder ir a muchos sitios, como bares o museos. Hay mucha gente que no lo entiende”. Así es cómo Pilar Asensio describe a Metrópoli Abierta algunas de las consecuencias de tener Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Ella forma parte de APQUIRA, la associación de Personas Afectadas por Productos Químicos y Radiaciones Ambientales.
UNA AFECCIÓN POCO CONOCIDA
La SQM, que forma parte del Síndrome de la Sensibilización Central (SSC), es una enfermedad reconocida en España desde Noviembre de 2015 bajo el código ICD 995.3. La página web del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social apunta que “es de origen multifactorial y está asociada a la exposición previa a sustancias que se encuentran en el medio ambiente, a concentraciones toleradas por la mayoría de la población”.
Los afectados son hipersensibles a todo químico, como tratamientos fitosanitarios, perfumes, desodorantes, productos de limpieza o desinfectantes y a la contaminación ambiental. En otras palabras, su forma de relacionarse con el mundo está condicionada por una batería de sustancias que con la que conviven a diario los habitantes de grandes ciudades como Barcelona.
UN GIRO DE 180 GRADOS
Cuando en setiembre de 2014 Asensio regresó de vacaciones a su casa de la capital catalana no entendía por qué, a ratos, notaba “un intenso y muy molesto olor a químico”. Al principio optó por taparse la boca con un trapo. Con el tiempo buscó respuestas en el médico, quien le diagnosticó SQM en grado severo (Metrópoli Abierta ha tenido acceso al certificado médico que lo constata), y solicitó en el laboratorio de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) que midieran los niveles de químicos del interior de su vivienda.
Los resultados, a los que también ha tenido acceso Metrópoli Abierta, fueron que “el nivel de concentración del Total de Compuestos Orgánicos Volátiles (TCOV) en periodos episódicos es de 1008 µg/Nm3. Algo que supera el criterio de calidad del aire de 200 µg/Nm3”. Además, las pruebas también detectaron que “la familia química de los aldehídos representa el 43% del TCOV, con especial relevancia del nivel de concentración de acetaldehído (71 µg/Nm3)”. Estos compuestos pueden provocar irritación ocular e irritación en las vías respiratorias y “son sospechosos de provocar cáncer”, también según el documento.
Asensio ya había intuido desde hacía un tiempo que le afectaba el olor de los ambientadores que utilizaban en un domicilio cercano al suyo, y aquellos resultados acabaron de confirmar que sus sospechas eran reales. “Me sentí mal. Ver que estás enfermando sin tener la culpa crea mucha impotencia”, lamenta.
CÓMO AFECTA AL DÍA A DÍA
Cada vez que Asensio se cruza con un producto químico debe convivir con síntomas como presión alta, palpitaciones, ahogos, mareos, laringitis y faringitis. También con dificultades para memorizar y comprender y falta de fluidez verbal, del mismo modo que siente dolor en las articulaciones, debilidad en las piernas, ansiedad, insomnio y arritmia. “Si entrara en una crisis muy larga, si estuviese expuesta a una gran cantidad de compuestos durante un tiempo prolongado, podría incluso morir”, alerta Asensio al hablar de unos síntomas que condicionan a diario su forma de moverse por casa y por Barcelona.
En el momento que entra “una emisión en casa” se pone una mascarilla o unos tapones para la nariz o se va a caminar a la montaña de Montjuïc. Si va a hacer la compra a grandes supermercados no puede soportar el olor a productos de limpieza o a ambientadores sin taparse la boca y la nariz. Los mismos productos químicos hacen que para ella sea impensable frecuentar bares, restaurantes, hoteles, teatros o museos o hasta desplazarse en tren. Y cuando camina por la ciudad y detecta que los gases de los coches empiezan a afectarle, también debe ponerse la mascarilla que lleva "siempre en el bolsillo".
Cuando la suma de la contaminación ambiental y la que entra en su vivienda se hace "insoportable" se marcha a otra residencia que tiene en el municipio de La Escala. “Estoy un total de seis meses al año fuera de Barcelona y los otros seis aquí”, asegura Asensio, que al mismo tiempo lamenta que el hecho de “no poder hacer los mismos planes de antes” le ha hecho perder o distanciarse de algunos amigos.
PROPUESTAS PARA EL CAMBIO
Hoy los compuestos químicos están en casi todas partes, y para personas como Asensio es imposible convivir con estos. Es por eso que propone que, por ejemplo, los ambientadores “dejen de hacerse con químicos y tóxicos para fabricarse a base de productos naturales, "como limón o eucalipto". También opina que sería adecuado que el Ayuntamiento avise a la ciudadanía cada vez que se apliquen productos fitosanitarios, por ejemplo, en los árboles de la ciudad. De este modo, todo el que quisiera podría evitar pasar por ese punto contaminado. Para frenar la contaminación ambiental de Barcelona, también propone que la administración “implante más políticas” aparte de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), como que “un día puedan entrar en la ciudad los coches con matrículas impares y otro día las pares”.
A lo largo de la entrevista Asensio se ha mostrado como una mujer activa, alegre, respetuosa con el medio ambiente, pero como ella misma reconoce, también como una que no puede evitar ver la vida como una tortura a causa de la SQM. Está claro que le sobran las razones para que se empiece a cuidar más la calidad del aire: “Hay que respetar el medio ambiente porque el aire es de todos. Todos tenemos derecho a respirar un aire limpio”.