Barcelona está lejos de ser una ciudad pensada para moverse en bicicleta. O eso, al menos, es lo que opinan los ciclistas. Los carriles bici que construyó el gobierno de Ada Colau en el primer mandato conforman "un puñado de rayas", una red “sin continuidad”, denuncian. Eso no solo provoca que los ciclistas deban circular por la acera o ir a pie en ciertos tramos, sino que pongan en peligro su integridad física si optan por moverse por la calzada. Así lo expresa a Metrópoli Abierta Albert Garcia, miembro de la asociación Amics de la Bici, al hablar de una realidad que no hace más que poner trabas a este medio de transporte sostenible. “Por ejemplo, en la calle París debemos pasar por la acera de la avenida Diagonal para coger el siguiente carril y en Paseo Sant Joan tenemos que atravesar la plaza de Tetuán. Ninguna de estas son conexiones naturales”.
Esta es una de las reivindicaciones que Amics de la Bici trasladó este lunes a la regidora de Movilidad, Rosa Alarcón, en la primera reunión que han mantenido con el nuevo gobierno municipal. Garcia señala que en la cita Alarcón “reconoció los fallos de la red actual” y recogió sus reivindicaciones “para empezar a idear el planteamiento de su mandato”. Fuentes municipales trasladan a este diario que antes del 2015 había 116 kilómetros de carriles para ciclistas y que actualmente hay 209 kilómetros. A pesar de ello, lo que realmente importa para Garcia es la calidad y no la cantidad.
Según Garcia, la asociación propuso al anterior gobierno erigir “tres grandes rondas” que tenían capacidad de cubrir casi toda la ciudad y que, además, serían próximas a muchas vías ciclables, donde la velocidad de los automóviles está limitada a 30 km/h y los ciclistas tienen prioridad sobre estos. “No tendríamos tantos kilómetros de carriles, pero estaríamos más conectados”, apunta.
CARRILES LOW COST
Garcia cataloga a las vías destinadas a las bicicletas de “carriles low cost”. “Con el poco presupuesto que tenía en 2015 el Ayuntamiento y lo rápido que quiso construirlos, lo que hizo fue adaptar los carriles a las calzadas y, en realidad, debería haberse hecho lo contrario”. Así, según él, cree que se han construido unas vías donde la prioridad la sigue teniendo el coche, mientras que la bici queda en un segundo plano, siempre teniéndose que adaptar a la circulación de los vehículos a motor.
El representante de Amics de la Bici critica la falta de anchura de los carriles bici y el hecho de que instalen contenedores y aparcamientos de coches en las inmediaciones de éstos. "Cada vez que un conductor abre la puerta del vehículo o cuando otras personas se interponen en el camino del ciclista para tirar la basura, este puede correr peligro", explica.
Si Colau quería cumplir con la promesa de convertir Barcelona en “una ciudad de más pedales y menos motores”, Garcia considera que directamente se tendrían que haber rehecho las vías. “Se debería haber erigido primero los carriles bici y después destinar lo que quedaba a carriles bus o para coches”, dice.
PRIORIDAD VEHÍCULOS DE MOTOR
Para el miembro de Amics de la Bici, las palabras de la alcaldesa del Ayuntamiento, que siempre se ha vendido como “pro bici”, tampoco se cumplen si se tiene en cuenta que los vehículos de motor tienen casi siempre preferencia. Prueba de ello es Gran Via de les Corts Catalanes, donde se circula en paralelo a estos. Al llegar a puntos como la plaza de Tetuán el ciclista debe detenerse y esperar a que el semáforo se ponga en verde para cruzar y así poder continuar por el carril bici. Mientras los automóviles siguen circulando a “altas velocidades”.
En el cruce de avenida Diagonal con Paseo de Gràcia las bicicletas continúan por la calzada o la acera / ALBA LOSADA
“Si no cambiamos la normativa, si no cambiamos el paradigma y el vehículo de motor pasa a estar en el último eslabón, nunca promoveremos la movilidad sostenible”, subraya. Y añade: “Si la conducción para el turismo se pensara del mismo modo que se hace con la bicicleta, conseguirían que mucha gente dejara de moverse en coche”.
La hegemonía que han tenido siempre estos vehículos provoca, en parte, que muchos conductores no tengan en cuenta la presencia de los ciclistas. No solo se trata de aquellos que los adelantan a una pequeña distancia de seguridad que pone en riesgo sus vidas, también de todos los que giran por distritos como el Eixample sin percatarse de que el carril bici pintado de rojo es, en realidad, un ceda al paso. Es por eso que Garcia también ve imprescindible que se señalice como tal, ya que es una “imagen que todos conocemos”. Sostiene que si no hay una alta mortalidad de ciclistas en las carreteras barcelonesas es porque estos suelen circular con una actitud extremadamente preventiva.
MÁS PROPUESTAS
A pesar de que ya existen los carriles ciclables, desde Amics de la Bici consideran que se podría hacer mucho más. Garcia propone que esta medida se implante en gran parte de las vías (no peatonales) donde no sea posible instalar un carril bici. ¿La razón? La plataforma que integra considera que “la velocidad no se debe medir para el beneficio del vehículo de motor, sino para garantizar la integridad de los más vulnerables: peatones, bicicletas y vehículos no motorizados”.
Por otra parte, Garcia también considera necesario que los ciclistas reciban una inyección de dinero más allá de las subvenciones que se conceden a las asociaciones que, por ejemplo, organizan actividades. “Si una comunidad de vecinos quiere construir un parking de bicicletas, la administración debería facilitárselo económicamente”. Solo así, con más políticas verdes, Barcelona podrá ser algún día referente en movilidad sostenible.