Desde hace prácticamente un mes se pueden adquirir productos considerados como navideños en muchos comercios generalistas de Barcelona. Como cada año, los productos típicos de estas fechas permanecen unas semanas en las estanterías de los comercios para que, llegado el 6 de enero, sean sustituidos por unas rebajas con el objetivo de evitar un decrecimiento de las compras.
Entre los comercios barceloneses queda un superviviente que solo vende sus productos al por menor en los meses de noviembre y diciembre. Belenes Puig es el único negocio que queda en pie en la capital catalana especializado en pesebres. Sus estanterías, totalmente repletas, aguardan desde la figura más insignificante hasta nacimientos a gran escala que llaman la atención a todo aquel que entra a un local que Francesc Puig regenta con orgullo.
OCTOGENARIOS ATEMPORALES
Pocas empresas cuentan con 86 años de historia en Barcelona. La única si hablamos de una dedicación exclusiva a los pesebres. José Puig Llobera, padre del actual responsable de la tienda barcelonesa, se hizo con primeros y segundos premios en un concurso de pesebres de Sant Boi de Llobregat, lo que motivó el inicio del negocio familiar.
Belenes Puig comenzó su andadura en una tienda de Poblenou antes de la Guerra Civil para pasar, en 1967, al actual local de la calle Comte Borrell, ubicada en el barrio de Sant Antoni, donde el anterior propietario también dirigía un negocio de belenes desde 1929.
MÁS DE 1.000 PRODUCTOS
La tienda de Francesc Puig cuenta con innumerables productos. Tantos, que ni él mismo tiene contabilizada la cantidad exacta: "pasamos de los 1.000, eso seguro", explica el propietario.
Entre los materiales de fabricación de las figuras y representaciones destaca el plástico, que "es lo que más se vende", pero sin dejar atrás al barro y la resina, cada vez más utilizada. Pese a que la fabricación ya no es propia, todos los diseños sí son creados por Puig y sus hijos, que continúan con el negocio familiar.
EXPORTADORES
Los hijos de Puig se encargan de la compañía a gran escala. Con sede en el municipio barcelonés de Sant Esteve de Sesrovires, exportan a nivel nacional e internacional, destacando la ciudad de Baviera, en Alemania, donde "tienen un mercado muy enfocado y en auge".
Una vez finalizada la campaña, a principios de enero, la familia acude a la feria de Frankfurt, que se celebra a finales del mismo mes y, según explica Puig, "es la más importante del mundo del pesebre y la Navidad".
Pese a que aparentemente pueda parecer que se trate de un negocio en el que reina la temporalidad, en Belenes Puig se trabaja los doce meses del año de forma ininterrumpida. "En marzo o abril mis hijos ya están enviando género. Cuando tocan las grandes superficies, como El Corte Inglés, Hipercor, Jardiland, pasan el pedido en abril o mayo y a producir", asegura el jefe del establecimiento barcelonés.
EN TODAS LAS FERIAS
La compañía cuenta afortunadamente con todo tipo de clientes. Desde compradores que acuden a la tienda "a buscar una cosa insignificante y la encuentra", hasta grandes empresas, pasando por pesebristas que llegan a comprar determinados artículos que no venderán hasta el siguiente año.
Puiga afirma que su negocio "vende en todas las ferias de Cataluña y España". Pese a ello, lamenta que las pequeñas tiendas físicas hayan desaparecido de Barcelona, por lo que asegura que la gente tiene tres opciones: "internet, las ferias o venir aquí", en referencia al local de Sant Antoni.
CRÍTICA A COLAU
Como no podía ser de otra manera, el belén de la plaza Sant Jaume no ha pasado desapercibido para Puig. "Como siempre quieren buscar el enfrentamiento, porque disfrutan crispando a la gente", asegura, quien cree que el mismo Ayuntamiento debería "poner un pesebre como Dios manda".
En la misma línea, el propietario del negocio pesebrista critica el alto coste del belén de Colau, a la par que lamenta que la iglesia no se preocupe por la cuestión al no hacer su propio pesebre en la capital catalana.
Con todo, Puig ve un futuro positivo para el negocio, ya que sus tres hijos han optado por seguir con el negocio familiar, el último bastión de los belenes en Barcelona. "Son jóvenes, tienen ganas de continuar y ven un porvenir. Están encantados", afirma el gerente sobre sus sucesores, que invierten su esfuerzo en un sector tan tradicional como único y atemporal.