Pedro Sánchez ha sido investido presidente del Gobierno español. El candidato socialista ha sido elegido en segunda votación con 167 votos a favor, mientras que 165 diputados han votado en contra. Sánchez ha conseguido ser elegido máximo responsable del ejecutivo estatal gracias a las decisivas abstenciones de ERC y Bildu, 18 en total. Finalmente, no se ha producido el tan temido Tamayazo y tras ocho meses Sánchez ha dejado de ser presidente del Gobierno en funciones.
El secretario general del PSOE gobernará con Unidas Podemos. Si se cumplen las quinielas, Pablo Iglesias será uno de los vicepresidentes del nuevo Ejecutivo, el primero en coalición en 40 años de democracia española. El sociólogo Manuel Castells se perfila como ministro de Universidades, a petición de la propia alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que a la salida de la investidura ha dicho que es un día histórico "en el que continuamos el proceso de moción de censura que echó al gobierno corrupto del PP". Y ha añadido: "Consolidamos una nueva etapa de progreso, de diálogo y de políticas sociales que son urgentes".
Las reacciones al nombramiento de Sánchez no se ha hecho esperar entre los concejales del Ayuntamiento de Barcelona. El primer teniente de alcaldía, el también socialista, Jaume Collboni, se ha mostrado exultante por el nombramiento de Sánchez. "Felicidades presidente Sánchez Castejón. Nuevo gobierno progresista: una oportunidad para mirar al futuro y para hacer política con mayúsculas. Una etapa en la que Barcelona debe y quiere ser protagonista de una España mejor". También la teniente de alcaldía de Urbanismo, Janet Sanz, ha aplaudido el gobierno de coalición. "Gobierno progresista y plurinacional, si se puede", ha tuiteado.
Tampoco ha tardado en dar su opinión el exprimer ministro francés, Manuel Valls, que ha mostrado su "preocupación" por el resultado de la investidura. "Avanzamos hacia una crisis de Estado generada por los nacionalismos, con un auge de la extrema derecha y la extrema izquierda, y una más que posible recesión económica. Con un gobierno formado en alianza con los populistas y sustentado por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Bildu, un gobierno débil que difícilmente podrá afrontar los peligros que amenazan a nuestra convivencia y garantizar la unidad y la igualdad de todos los ciudadanos de este país", ha subrayado Valls.
ROMPERSE EN DOS BANDOS
Para el concejal de Barcelona pel Canvi, que estudiaba plantearse a unas hipotéticas terceras elecciones, "ante la posibilidad de buscar un gran pacto de Estado con las demás fuerzas constitucionalistas superando la división entre izquierda y derecha, el PSOE ha optado por buscar aliados en aquellas fuerzas nacionalistas que desean abandonar España y en las que jamás encontrará la voluntad de trabajar por el interés general, ni de contribuir a la gobernabilidad del país, sino tan sólo la intención de hacer pagar sus votos a un precio que, sin duda, será demasiado alto para el conjunto de España. España entra en una dinámica peligrosa y corre el peligro de romperse en dos bandos".
El edil del PP, Josep Bou, no se ha andado por las ramas. "Sánchez, presidente de España con el apoyo de comunistas, separatistas y etarras. Creo que no hace falta añadir nada más. A ver quién puede domir ahora, verdad Sánchez Castejón?".
Desde las filas de Ciutadans, Luz Guilarte ha alertado de las consecuencias de un pacto entre socialistas "con el populismo y el separatismo. Menos seguridad, más impuestos y más concesiones a los nacionalistas. En Ciudadanos seguiremos trabajando para construir una alternativa de centro que una a todos los españoles".
Horas antes de la decisiva votación, el concejal de ERC, Ernest Maragall, antes en las filas del PSC, destacó en Twitter que "el voto independentista es clave para la formación de Gobierno en el Estado" y que los republicanos "fuerzan la apertura, por fin, del diálogo real con el Estado con el PSOE como interlocutor obligado, pero poco fiable". Para Maragall, la España negra de las tres derechas se revuelve contra el diálogo y muestra el final del Régimen del 78". Tras la investidura, Maragall ha subrayado que en el Estado hay un nuevo gobierno progresista, pero también la presión de la derecha "más rancia y antidemocrática".