El Síndic de Greuges, Rafael Ribó, declarará el próximo día 18 por el viaje a la final de la Champions en Berlín en 2015, que fue financiado por un empresario implicado en el caso del 3%.

Más allá del elevado coste económico que supuso el Falcon que desplazó a él y a su familia a la capital alemana, se encuentra el elevado nivel de contaminación que este supuso. Y es que el "defensor de las personas", exdirigente ecosocialista, viajó con una aeronave que pudo llegar a producir hasta 214 toneladas de CO2 entre el viaje de ida y el de vuelta, según informa Crónica Global.

Así lo ha cuantificado el profesor de ingeniería industrial de la Universidad de Salamanca, Juan Ramón Muñoz Rico, quien demuestra así que el viaje de Ribó carecía de toda sostenibilidad posible, al margen del desproporcionado coste del mismo.

VUELO COMERCIAL

Si Ribó hubiera optado por un vuelo comercial, opción por la que se decantaría cualquier ciudadano de a pie, los niveles de contaminación habrían sido significativamente inferiores. Buen ejemplo de ello es un vuelo entre Madrid y Buenos Aires en el que, como reconoce un piloto de Iberia, "cada pasajero consumió 2 kilos de queroseno cada 100 kilómetros", una cifra que se encuentra en las antípodas del impacto a nivel ecológico que tuvo el desplazamiento del Síndic.

Por ello, como explica el profesor Muñoz Rico, si Ribó “hubiera ido en un avión de cualquier compañía aérea, todos esos números anteriores hubiesen sido más que asumibles porque habría que haberlos dividido por el número de pasajeros".

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