Las farmacias son uno de los pocos establecimientos que siguen abiertos en Barcelona, junto con los supermercados. Al ser uno de los pocos lugares abiertos al público, están más expuestos a tener problemas relacionados con la delincuencia.
El pasado lunes se cometieron cuatro robos violentos en farmacias de la ciudad condal. El sector ha pedido ayuda a los Mossos d’Esquadra, que han decidido incrementar el patrullaje, sobre todo en el horario de apertura y de cierre, en este tipo de locales, a pesar de que las cifras delitos siguen cayendo en picado.
TRES EN SANT ANDREU Y UNO EN SANT MARTÍ
Según informa este miércoles El País, se produjeron tres atracos en el distrito de Sant Andreu y un cuarto en el de Sant Martí.
En concreto, el primero ocurrió en la farmacia Reixach Soler, en la calle Gran de Sant Andreu, en el que el autor de los hechos amenazó a los presentes con un cuchillo. El segundo fue en la de la Via Bàrcina. Allí dos jóvenes asaltaron el espacio amenazando al personal con una pistola que parecía simulada. Y unos cinco minutos después, a solo 400 metros, en el Turó de la Trinitat, de nuevo una persona con un casco integral blandió una pistola, posiblemente falsa, y pidió el dinero a los empleados. Pero no logró hacerse con nada porque la farmacia no dispone de caja registradora.
Además, también hubo un cuarto que se cometió en la avenida Diagonal, cerca de la plaza de Les Glòries. Según fuentes policiales, un hombre armado con un cuchillo de cocina entró en otra farmacia y obligó al trabajador (que estaba solo) a darle el dinero de la caja para luego huir de allí en patinete.
LOS MOSSOS, MÁS 'AL LORO'
Para mitigar esta sensación de inseguridad entre los farmacéuticos, los Mossos d’Esquadra han intensificado el patrullaje en los entornos de los establecimientos considerados de primera necesidad y que, por lo tanto, mantiene sus aperturas y cierres durante estos días. Comercios como farmacias o tiendas de alimentación, que han adaptado sus horarios para cubrir las necesidades de los clientes, son las más vulnerables ante robos al haber menos personas por la calle.
El hecho de que apenas estén abiertos estos establecimientos esenciales, sumado a una menor afluencia de gente por la calle, puede provocar un repunte de hurtos, además de incrementar la sensación de inseguridad de los trabajadores.