Oficialmente, el sábado por la noche había 205 ancianos muertos en residencias de Barcelona. La cifra la facilitó la Generalitat de Catalunya, la administración competente. Sin embargo, los fallecidos podrían ser muchos más. Así lo cree la portavoz de la Coordinadora de Residencias 5+1, María José Carcelén, formada por familias con personas mayores en estos equipamientos. La plataforma reclama una atención digna para los ingresados y denuncia la falta de control de las autoridades públicas sobre las empresas gestoras. La lucha de 5+1 no es nueva. Llevan años exigiendo unas mejores condiciones en las residencias.
"Las cifras de muertos que están dando no son reales. No tienen en cuenta, por ejemplo, todas las personas que han fallecido sin hacer el test", denuncia Carcelén en conversación con Metrópoli Abierta. Tampoco son ciertos, dice, los datos de enfermos. "Hay muchos con síntomas a los que no se ha hecho la prueba". La alcaldesa Ada Colau apunta que en Barcelona los ancianos enfermos en centros pueden ser entre 700 y 750. 5+1 empezó llevando la coordinación de cinco centros en Barcelona. Ahora son muchos más en toda Cataluña y España. Carcelén pinta un panorama dantesco en estos equipamientos durante la pandemia. "Dejando a estas personas en las residencias, sin asistencia, las dejan morir".
LARGA LISTA DE FALLECIDOS
A modo de ejemplo, la portavoz cita varios casos de residencias de Barcelona. En Mossèn Vidal i Aunòs, en La Bordeta, hay nueve personas fallecidas y otras dos muy graves ingresadas en hospitales; en la residencia Pere Relats del Poblenou han muerto 10 personas; en L'Onada de la Sagrera, entre 13 y 17, y en la del Bon Pastor, 10. Otro centro de Barcelona, Fundació Casa Asil de Sant Andreu, acumulaba la pasada semana 31 traspasos. "La situación es tremenda". En una residencia de Santa Coloma de Gramenet hay 82 personas con síntomas, y en Mossèn Vidal i Aunòs, al menos, 28.
Carcelén explica los graves problemas que tienen las residencias con el Covid-19. Denuncia que no se hacen tests ni a los ancianos ni a los trabajadores. "Durante cinco días, la enfermedad no da síntomas, pero las personas pueden contagiar. Necesitamos hacer pruebas rápidas para poder aislar a las personas contagiadas". También critica que en la mayoría de centros es muy complicado aislar a los contagiados. "No hay espacio. Casi todas las habitaciones son dobles". Y repite lo que se ha dicho hasta la saciedad. "En muchos equipamientos no hay material de protección". Ni guantes, ni mascarillas, ni gafas... Según Carcelén, el reparto es muy desigual e insuficiente.
FALTA DE DERIVACIONES
Otro de los importantes contratiempos en las residencias es la falta de derivaciones, ni siquiera a los hospitales. "Ocho de las personas del centro Mossèn Vidal i Aunòs murieron en la residencia. Los dos ancianos que se derivaron llegaron a los hospitales con una insuficiencia renal aguda. En las residencias, estas personas están sin atención médica. Si hay jóvenes que acaban en Urgencias, qué se piensan qué pasa con un anciano. Dejarlos en las residencias, sin derivarlos y sin asistencia, es dejarlos morir".
Una vez superada la crisis sanitaria, Carcelén pone sobre la mesa la necesidad de cambiar el concepto de residencia. "Hasta ahora eran hogares. Muchas de ellas no están medicalizadas. Se tienen que convertir en socio-sanitarios. La mayor parte de las personas ingresadas son dependientes o presentan patologías importantes".
Carcelén tampoco ve nada clara la propuesta de la Generalitat de que las familias que quieran puedan llevarse a casa a los ancianos que tengan ingresados en residencias. Podrá ser así si estas personas no tienen coronavirus -se les hará la prueba- y no presentan síntomas compatibles con la enfermedad. "¿Cómo tenemos que llevar a casa a abuelos que han estado en contacto con positivos o con gente que incluso ha muerto?", se pregunta. También cree que si el anciano está sano y en la vivienda hay alguna persona contagiada "se le puede estar enviado a la muerte".
DETERIORO DE LAS INSTALACIONES
En distintas ocasiones, Metrópoli Abierta se ha echo eco de las denuncias de 5+1. Durante la primavera de 2017, los familiares de ancianos ingresados en cinco residencias de Barcelona criticaron el deterioro de las instalaciones, la falta de personal y deficiencias en la atención hacia la gente mayor que vivía en los centros, todos de titularidad pública -de la Generalitat de Catalunya- aunque eran gestionados por una Unión Temporal de Empresas (UTE), formada por OHL-Servicios Ingesan y Asproseat. Los problemas, que se iniciaron los primeros meses de 2016, eran falta de limpieza, alimentación inadecuada, escasez de material y de medicamentos, ratios de personal insuficiente, mal estado del mobiliario...
Una de las residencias denunciadas era la de Mossèn Vidal i Aunòs. Otra, la del Bon Pastor, que ahora también está afectada por la pandemia. En septiembre de 2018, Toñi Almenzar, representante de las familias, censuró la escasez de alimentos y que la comida que se ofrecía a los residentes era de mala calidad y se servía, en muchas ocasiones, en malas condiciones. "La pizza suele estar quemada, el pescado está casi siempre reseco, los garbanzos están duros, las salchichas no se pueden comer porque están crudas...", relataba Almenzar.