La historia se repite como hace dos años: los árboles de Barcelona (especialmente los plataneros) han vuelto a propagar una intensa plaga de chinches que se meten en las casas y molestan a los vecinos, por lo que el consistorio ha recibido quejas para que se tomen medidas y atajar los inconvenientes que producen su presencia. Se trata de la chinche Belonochilus numenius, que periódicamente se reproduce en la capital catalana y alarma al vecindario.
En el año 2015, la cantidad de chinches era tal que, por primera vez, se habló de plaga de estos animalitos para dar una idea de su intensidad. Con el anterior alcalde, Xavier Trias, se comenzaron a tomar medidas para evitar el mal trago a los vecinos. Cuando Ada Colau tomó la vara de alcaldesa, ya estaban adjudicados los trabajos de fumigación en varios barrios de Barcelona, por lo que el problema se atajó rápidamente.
En el año 2018, la situación volvió a ser molesta: los vecinos de Sant Andreu se quejaron al consistorio de una plaga de la galeruca del olmo, unos insectos de color amarillo que invadían las viviendas del barrio. En aquel momento, el Ayuntamiento ya advirtió que no se fumigaría porque los insectos no eran peligrosos para la salud.
EN SANT MARTÍ Y NOU BARRIS
Ahora, sin embargo, vuelven las chinches, al menos en los distritos de Sant Martí y de Nou Barris, según ha podido constatar Metrópoli Abierta. “Toda Barcelona está hecha una mierda sucia con pilonas de cemento, árboles con chinches y no hay ningún partido que convoque a una manifestación en la plaza de Sant Jaume. No tenemos alcaldesa”, decía hace unos días, a través de las redes sociales, un vecino indignado a Elsa Artadi, líder de JxCat en el consistorio.
No le faltaba razón. Ahora, las chinches se cuelan en las casas, se agazapan tras las cortinas y empañan ventanas en algunos de los distritos de Barcelona. A esta proliferación de insectos ha ayudado la ola de intenso calor vivida este verano, lo que, unido a la alta humedad, potencia su fertilidad y su movilidad. “Los plataneros llegan los pisos altos y los insectos se nos meten en las casas atraídos por la luz. El Ayuntamiento debería poder solucionar este problema tan molesto”, dice una vecina del distrito de Sant Martí.
NO SE FUMIGARÁ
En Nou Barris, el problema es similar. “Yo llamé al Ayuntamiento para quejarme de que mi casa está llena de los dichosos bichos de los árboles. Recogieron mi queja y a los pocos días me enviaron un SMS en que me decían que el bicho no es nocivo para el medio ambiente y que por eso no van a tomar ninguna medida”, explica otra vecina enfadada de este distrito a Metrópoli Abierta.
De hecho, estos insectos son vegetarianos y no pican, por lo que son inofensivos para el ser humano. Pero a ningún vecino le gusta tener como huéspedes en su domicilio a decenas de estos bichos, bien sea pegados a los cristales, detrás de las cortinas o alrededor del televisor. “Si no toman ninguna medida, lo que deberíamos hacer es recogerlos y entregárselos a la alcaldesa para que los meta donde le dé la gana, pero que los saque de las viviendas de los vecinos”, critican los residentes.
En esta ocasión, según comentan los vecinos a este diario, hay dos clases de chinches que proliferan en Barcelona: unos son de color grisáceo o negruzco y otros, de color verde, aunque su forma es muy parecida. De hecho, su color va pasando del verde al marrón a medida que se preparan para hibernar. Y, a pesar de su inocuidad para el ser humano, su peor inconveniente es el desagradable olor que desprenden si se sienten amenazadas, ya que es precisamente ese olor su principal arma de defensa ante los depredadores.