El 30 de diciembre de 1821 los barceloneses protagonizaron una procesión en honor a la Virgen de la Mercè. La ciudad agradecía a la santa su supuesta labor contra la fiebre amarilla que había matado a más de 8.000 vecinos durante los meses anteriores. Esta es una historia de la importante relación de la patrona de Barcelona y sus ciudadanos a lo largo de los siglos. Un lazo que permitió que las fiestas de la ciudad adoptasen el nombre de la virgen hasta el día de hoy.

En el Archivo Diocesano de Barcelona consta que el Ayuntamiento de Barcelona pidió la intercesión de la Iglesia para suplicarle ayuda y terminar con la enfermedad. Tal y como recoge la Agencia EFE, los conciudadanos pidieron a la patrona que les protegiera de una epidemia. Lo habían hecho en otra ocasión, en 1627, cuando la capital catalna se vio asolada por una plaga de langostas.

ACTOS RELIGIOSOS

El Ayuntamiento pidió, en septiembre de 1821, la intercesión de la Iglesia ante la emergencia sanitaria que vivía la ciudad por la epidemia de fiebre amarilla, que se desató en el barrio de la Barceloneta. El Obispado respondió al consistorio atendiendo su petición con la organización de diferentes actos religiosos, los días 18, 20 y 22 de septiembre de aquel año.



Los documentos detallan cómo se llevaron a cabo las "Rogativas pro vitanda mortalitate". En uno de los documentos se lee: "al mismo tiempo que esta Junta Municipal de Sanidad no perdona medio ni fatiga para cortar las enfermedades que se han descubierto y proporciona todo el alivio posible a los enfermos, tanto en lo espiritual como en lo temporal, y penetrada de los mayores sentimientos religiosos, está bien que estos principales remedios que las actuales circunstancias exigen es el de implorar la misericordia del todopoderoso sobre ministros, como se practica en estos casos".

PROCESIÓN

Sin embargo, la crisis sanitaria no remitió y, tal y como recogió también el Diario de Barcelona, ese mes de octubre la feligresía solicitó hacer una procesión para pedir la intercesión directa de la virgen de la Mercè. Finalmente, el Ayuntamiento y con buena parte de la población fuera de la ciudad, instalados en campamentos provisionales en la montaña de Montjuïc, se autorizó esta procesión para el día 8 de octubre.



En el mes de noviembre, la epidemia comenzó a remitir y el 25 de ese mes se celebró un solemne Te Deum en la catedral en acción de gracias por el debilitamiento de su virulencia, según consta en la documentación hallada. El 30 de diciembre, cinco días después de darse por extinguida la epidemia, todas las autoridades civiles y eclesiásticas, con una afluencia masiva de barceloneses, hicieron una procesión final de agradecimiento directo a la virgen de la Mercè

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