"Cada día en el metro de Barcelona hay cinco o seis pintadas". Lo dicen fuentes del sindicato ADN, mayorítario en el ámbito de la seguridad privada. La presencia de grafiteros en las instalaciones ferroviarias de Transports Municipals de Barcelona (TMB) es muy habitual. "Lo que ocurre es que no trasciende". Únicamente se conocen los actos vandálicos que se graban, de mayor magnitud o cuando interviene la policía y puede haber detenidos.
Este miércoles no ha sido una excepción. En esta ocasión, los jóvenes han entrado en la estación de Llucmajor, donde han sido fotografiados pasadas las 05.00 de la madrugada, desde un convoy, subiendo de las vías. El sindicato denuncia que, aunque van en coche y hay un equipo especializado, no hay efectivos suficientes para atajar el problema de los grafiteros. "El metro de Barcelona es muy grande".
MUY ÁGILES Y EN GRUPO
"Es muy difícil atraparlos. Conocen nuestro horarios y son muy ágiles", añaden fuentes de ADN. Los grafiteros casi siempre actúan en grupo y, en ocasiones, hay algún menor. "Para ellos es un hobby. Suben y bajan del andén con gran facilidad".
En la estación de Llucmajor (L4), el metro se ha tenido que detener para evitar atropellar a un grafitero. "Producen retrasos en las líneas y hacen que la gente llegue tarde a trabajar". También causan numerosos daños en las instalaciones ferroviarias. "Las pintadas son muy costosas de eliminar. Es una lacra, el pan de cada día", lamenta un portavoz de ADN.
El coste del vandalismo de los grafiteros en el metro de Barcelona supera los 10 millones de euros anuales. Entre todos los operadores ferroviarios del área metropolitana, los daños se disparan hasta los 15 millones de euros.
LA LIMPIEZA, LA PUNTA DEL 'ICEBERG'
La limpieza de los convoyes es únicamente la punta del iceberg. Los pagos se disparan por los daños causados por los grupos de vándalos cuando acceden al metro, tener que repintar los vagones o paredes ensuciadas y la personación de los servicios jurídicos de TMB en distintos procesos.
A estos pagos hay que sumar otros gastos, como el que se acarrea de parar el servicio de metro por la presencia de grafiteros en las vías o el daño que supone el uso de productos nocivos para el medio ambiente.
PENAS DE CÁRCEL
En distintas ocasiones, la justicia ha impuesto penas de prisión a los grafiteros. El pasado febrero, uno de estos vándalos fue condenado a 16 meses de cárcel, una multa 2.340 euros y la prohibición de acceder a la red de transporte público de la ciudad durante dos años por pintar tres coches de un convoy de la L4.