El fenómeno de los escape rooms se ha implantado con fuerza en Barcelona. Numerosas empresas ofrecen este servicio de ocio en la capital catalana, con propuestas para todos los gustos. Como la mayoría de negocios, éstos se vieron abocados al cierre temporal debido a la pandemia de coronavirus.

Meses después de la reapertura de estos locales debido al fin de la reclusión, el barrio de Sant Antoni cuenta con un local que no ha reabierto y cuya propiedad ha desaparecido con el dinero de las reservas que tenían previstas en los meses de encierro: Chicken Banana.

Con cinco salas que hasta su cierre acogían tres propuestas distintas, la empresa se promociona en su propia página web como "el juego de escape ideal para equipos de dos a seis jugadores" que en sus "cinco años" de trayectoria ha sumado "180.000 visitantes". Junto a la publicación de imágenes de participantes felices tras haber realizado el juego, la compañía vende una imagen idílica en las antípodas de la macroestafa de 20.000 euros que ha cometido aprovechando el cierre del mes de marzo.

CIERRE

El caso de Chicken Banana es el de un fraude a gran escala. Imma, una de las afectadas, explica que disponía de "una reserva para finales de marzo" que decidió posponer con el beneplácito de la empresa. A mitad de mes, la empresa anunció que "cerraban todas las reservas" y "nadie podía ir". En un correo electrónico enviado a los clientes con reserva, la compañía aseguró que los usuarios podían contactar por mail ante "cualquier duda o pregunta", ya que no podían recibir "llamadas temporalmente". Por contra, los afectados que han intentado ponerse en contacto con la empresa desde entonces no han recibido respuesta.

El pasado 30 de junio, la sociedad volvió escribir a algunos de los usuarios. En el texto, aseguraba que "ante la imposibilidad de poder asumir el cumplimiento" de la distancia de seguridad, la reapertura no se llevaría a cabo "hasta el 30 de septiembre de 2020". Casi dos semanas después de la fecha indicada, continúa sin abrir sus puertas y sin responder a los requerimientos recibidos. Tampoco hay rastro del dinero depositado en las reservas. La estafa está consolidada.

MOVILIZADOS

En el primer correo enviado a los clientes, Chicken Banana no hizo uso de la copia oculta para proteger las direcciones, una situación que han podido aprovechar los afectados. "Nos hemos puesto en contacto por correo y algunos en un grupo de WhatsApp", comenta Imma. El objetivo, recuperar los "20.000" euros que han perdido mediante una denuncia.

Natalia, otra de las perjudicadas, explica que hay "180 afectados". Al tratarse de un juego colectivo, recuerda que esta cifra debe multiplicarse por las personas que conformaban cada grupo de reserva. Por ello, el número de perjudicados por el fraude es mucho mayor.

Esta clienta asegura que, tras informarse "con abogados", una denuncia colectiva saldría "a cuatro euros por persona" en caso de presentarse "mil personas a denunciar". Por contra, corren "el riesgo de que la empresa se presente como insolvente" y no recuperen el dinero. Sin una decisión definitiva sobre si se acabará judicializando el caso, las víctimas de esta estafa continúan estudiando la opción para llegar a un acuerdo.

Imagen promocional de Chicken Banana / CHICKEN BANANA



ERTE

Jordi también forma parte de la extensa lista de afectados. "Quería el reembolso ya que dos de los participantes están muertos por coronavirus, y no contestaron", explica este cliente al que la compañía debe 120 euros. Además, afirma que "una trabajadora" contactó con los perjudicados, asegurando que se "encontraba en ERTE" y no sabía "nada de los jefes".

Respecto a la posible denuncia a Chicken Banana, Jordi se ofreció a "representar al grupo". Pese a que a día de hoy este requerimiento no se ha producido, sí se "envió un escrito" en el que advertían de estas consecuencias legales. La compañía tampoco contestó al aviso.

ADMINISTRADOR

Registrada como Chicken Banana ESP, S.L., la compañía se inscribió el 25 de junio de 2014 con Adam Hatvani como administrador único. Esta situación cambió el 17 de enero del pasado año, cuando Marton Laszlo Vittmayer pasó a ocupar dicho puesto.

Ambos empresarios son procedentes de Hungría, lo que hace sospechar a algunos afectados que el actual administrador podría estar fuera del país, dificultando aún más la situación actual.

CONTRATISTA DEL AYUNTAMIENTO

La compañía ha sido contratista del Ayuntamiento. Barcelona de Serveis Municipals (BSM) ha sido la empresa pública contratante, una situación que se ha repetido durante diversos años.

La partida más reciente que se embolsó Chicken Banana procedente del erario público más reciente corresponde al ejercicio de 2019. La compañía recibió 2.040,04 euros para realizar una "sesión de roomscape para la evaluación del personal".

SIN RESPUESTA

Al cierre de esta edición, Chicken Banana no ha contestado a los múltiples requerimientos de este medio sobre el estado de la empresa, su actividad, el reembolso del dinero, y la ignorancia a las peticiones de sus clientes.

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