Para muchos, la extorsión sexual es un delito que solo ocurre en las películas. Un tipo de chantaje habitual en las películas de intriga de Hollywood. Pero es más que un gancho cinematográfico: una realidad más común de lo que pensamos. Patricia Franquesa, una joven directora de cine barcelonesa, lo vivió en sus propias carnes hace un año.

Todo empezó con un robo aparentemente cotidiano. En mayo de 2019, Pati, que por entonces tenía 29 años, quedó con un amigo para tomar un bocadillo de calamares cerca de la estación de Atocha. Acababa de llegar a Madrid porque una de sus películas había sido seleccionada para un festival. La propietaria de la productora Gadea Films comía su bocata cuando un individuo aprovechó su despiste y le robó su portátil. El hurto supuso un mal trago para la joven, que interpuso denuncia tras lo ocurrido, pero no le dio mayor importancia.

Cartel del documental sobre la extorsión sexual 'Ole mi coño' / CEDIDA



UN CORREO ELECTRÓNICO SOSPECHOSO

Patricia detalla a Metrópoli Abierta que el robo del dispositivo no alteró su vida hasta que, varios meses después, recibió un correo electrónico sospechoso: “Hola Patricia, lamentablemente esto no es un correo spam. He hackeado tu ordenador y he encontrado estas fotos tuyas que entiendo que no quieres compartirlas. Tengo tus contactos de LinkedIn, Instagram, Facebook y Google y si no me das 2.400 dólares lo enviaré a todo el mundo”, amenazaba el escrito.

La joven emprendedora pasó por alto la advertencia convencida de que se trataba de una broma y no volvió a reparar en ello hasta que recibió un mensaje de Facebook de un viejo conocido. Sorprendida por la inesperada nota de voz se dispuso a escuchar lo que el exmarido de su amiga quería decirle. "Hola Pat, ¿cómo estás? Espero que todo bien. Te quería notificar que he recibido un email con fotografías. Tres fotografías muy extrañas donde se puede ver que eres tú y donde dice 'Hola, soy Patricia de Gadea Films. Estas fotos son para ti de mi parte'", relataba el mensaje. Patricia no podía creerlo, estaba siendo víctima de una verdadera extorsión. 

El correo electrónico iba acompañado de tres imágenes que Patricia se tomó cuando tenía 19 años y que estaban escondidas en alguna carpeta olvidada de su ordenador portátil. En las fotografías se podía ver con todo lujo de detalles sus partes íntimas

Patricia Franquesa, la protagonista de la extorsión sexual, haciéndose una fotografía / CEDIDA



EXTORSIÓN CONTINUADA

Tras el aviso, la directora de cine ató cabos y reparó en la amenaza que había llegado días antes a su bandeja de entrada. Totalmente desconcertada, decidió pedir ayuda. Acudió a los Mossos d'Esquadra y puso una denuncia por chantaje, aunque no parecía ser la solución. Ni siquiera conocía la identidad de su extorsionador. 

A partir de aquel correo, el mundo se le vino encima. Durante dos meses, Pati estuvo recibiendo correos electrónicos que provenían del mismo emisor y que solo tenían como objetivo amenazarla para que pagase la suma de dinero en bitcoins. "Eran unos correos durísimos en los que el chantajista me amenazaba diciendo que iba a enviar un correo masivo a 500 contactos con mis fotos si no le pagaba", explica.

'TROLL' DE INTERNET

A finales del mes de agosto más complicado de su vida, le llegó un burofax en el que se le notificaba de que habían encontrado a los presuntos ladrones de su portátil. Fue entonces cuando decidió emprender una investigación legal y contratar a una abogada para dar por zanjada la situación. A pesar de las novedades en las pesquisas, los policías le recomendaron dar por perdida la lucha: "Me dijeron que iba a ser como en la mayoría de casos y que las fotos iban a acabar llegando a todo el mundo", recuerda con molestia.

Un día, mientras decidía si continuar con la indagación o darse por vencida, todos sus conocidos comenzaron a recibir una solicitud de un perfil de LinkedIn. A través de un usuario que se hacía llamar Ariadna Graciosa, el troll de internet mandaba una oferta de trabajo de un supuesto documental de su productora en el que adjuntaba un link. En el enlace aparecían las tres fotografías íntimas de Patricia y una cuarta de su cara

Clip del documental 'Ole mi coño' en el que Patricia llama a la policía / CEDIDA



ENVÍO MASIVO

"¿Qué tal las vacaciones? Como ves no era un farol, era una pequeña prueba. Tengo más de 300 mails listos para enviar, te doy la posibilidad de negociar, ¿estás dispuesta? Espero una respuesta en dos días, no más”, fue uno de los correos que recibió tras la alerta en la red social. 

Familiares, amigos, contactos laborales, etc. Todos ellos habían visto sus genitales en pantalla. Desesperada, Pati contactó con la página web y reclamó que se retiraran de inmediato las fotografías por ser contenido sexual robado. Finalmente pudo conseguir la IP del ordenador desde el que se había publicado la oferta laboral pero solo pudo rastrear desde donde se estaba produciendo la extorsión: Madrid

ALARMA, MIEDO Y TOMA DE CONTROL

"Estuve dos meses muy jodida. Tenía mucho miedo. No podía dejar de pensar en que ese tío tenía todos mis datos, sabía dónde vivía, cuanto cobraba, los sitios por los que me movía", describe la joven.

La situación se convirtió en una pesadilla real de la que no podía escapar, o eso parecía. Lejos de lo que harían muchos, Patricia tuvo una idea: publicar ella misma las fotografías. "Cuando el hombre hizo el envío masivo decidí tomar el control y empoderarme", confiesa. 

La emprendedora se negó a negociar un precio por su intimidad. A medida que fue explicando lo que estaba ocurriendo a sus conocidos y amigos dejó de sentirse débil ante el monstruo virtual que la acechaba. "El 18 de septiembre puse en privado todas mis redes sociales y publiqué las fotografías para que todo el mundo las viera y esta persona dejara de tener el control sobre mí. Desde que lo publiqué nunca más volví a recibir nada, el chantajista paró de enviarme correos. Me planteo que fuera alguien de mis redes", argumenta. 

Conjunto de mensajes que publicados sobre la extorsión sexual que estaba viviendo en sus redes sociales / CEDIDAS



TODO TIPO DE RESPUESTAS

La respuesta que recibió fue abrumadora. "Aunque la mayoría de comentarios fueron de ánimo, mucha gente me llegó a culpar por haberme hecho esas fotos", relata. Pero lo más sorprendente no fueron los prejuicios de algunos amigos, sino todas las personas que le confesaron haber sufrido situaciones similares: "Suele pasar más de lo que parece, pero la gente no lo dice y paga a sus extorsionadores". 

Este episodio marcó a Patricia Franquesa para siempre: "Me sentía violada y vulnerada, aunque físicamente estuviese bien. Una tarde en la cama me quise morir porque no sabía qué hacer". "La digitalización de nuestra vida tiene un punto de control, somos muy vulnerables ante la delincuencia digital", argumenta.

OLE MI COÑO

Tras lo vivido, decidió hacer algo por visibilizar la extorsión sexual a su manera: realizando un documental. Integró todos los recursos audiovisuales (mensajes, notas de voz, stories, etc) que había enviado desde el inicio del chantaje, hasta conseguir plasmar lo que vivió en un film. "Comencé a idear la película en mi cabeza desde el principio, por eso fui recogiendo todo lo que envié, publiqué o recibí durante esa época", explica.

Ole mi coño, nombre del proyecto híbrido con puntos de ficción, ha logrado que Pati saqué el lado positivo de la terrible experiencia que le tocó vivir. A parte de ser un proceso sanador, el documental que verá la luz en 2022 está teniendo un gran recibimiento: "Hemos recibido el Premio Audiovisual de la Fundación Grífols, además de interesantes propuestas", confiesa orgullosa la creadora.

CONCIENCIA Y HERRAMIENTAS

El proyecto más personal de Gadea Films pretende "concienciar sobre la situación y dar herramientas para que a quién le pase sepa que hay más opciones que pagar", señala la directora, que sueña con presentarlo al festival Sundance. 

Cartel promocional del documental 'Ole mi coño' de Patricia Franquesa / CEDIDA

Cartel promocional del documental 'Ole mi coño' de Patricia Franquesa / CEDIDA

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