El prestigioso arquitecto Oscar Tusquets —Premio Nacional de Diseño y FAD de arquitectura— lo tiene claro. El plan de la alcaldesa Ada Colau de convertir l’Eixample de Barcelona en una gran superilla supone “la destrucción definitiva del plan Cerdà”.
Tusquets ha cargado contra el proyecto municipal que pretende expulsar al tránsito del distrito central de la ciudad, por donde cada día pasan 350.000 vehículos. El plan, a una década vista, consiste en pacificar 21 calles horizontales y verticales, y transformar los cruces en plazas, afectando hasta 33 hectáreas de calles.
Es decir, supone pasar de ejecutar superillas a pequeña escala—como la del Poblenou, que restringe el tránsito en un conjunto pequeño de calles— a ejecutarlas en el amplio corazón de la ciudad.
NO PARA L'EIXAMPLE
El arquitecto, autor de zonas de Barcelona como la avenida de la Catedral o la Vila Olímpica, ha admitido que las zonas 100% peatonales pueden servir para calles como "Portaferrisa", en el casco antiguo de al Ciudad Condal, pero no para l'Eixample. “Extender la política de Ciutat Vella a la trama de Cerdà es no haber entendido la razón de ser de esta", ha expresado contundentemente desde las páginas de La Vanguardia.
Así, ha señalado que "una gran ciudad debe permitir algo más que pasear, debe permitir el acceso a talleres, comercios, restaurantes, hoteles, espectáculos; debe permitir la carga y descarga en puntos cercanos". Y en la misma línea, ha añadido que ancianos o personas con problemas físicos lleguen a su casa o al trabajo en bicicleta “es una simplificación totalitaria”.
NUEVO DESATINO
Tusquets ha enfatizado que esta función, la de canalizar los flujos de peatones y vehículos, ya la dificulta la "proliferación" de carriles bici y el plan de Colau y su gobierno para el Eixample, supondría un nuevo "desatino".
La percepción del arquitecto sobre el proyecto del Ejecutivo local en l'Eixample, es que se ha ideado con tal de hacer realidad las supermanzanas, una idea casi centenaria defendida por Le Corbusier, que califica de “personaje mesiánico que diseñó bellos muebles –hasta que Charlotte Perriand abandonó su estudio–, edificios discutibles y nefastos planes urbanísticos”.