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La ciencia no es masculina ni femenina, es ciencia. Por eso, la prestigiosa científica Marisol Soengas, jefa del grupo que investiga el melanoma en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), se quita la bata para decirte que si quieres, puedes. Que vales para esto (aunque alguien te diga lo contrario). Y que eres bienvenida, que todos somos bienvenidos. Soengas, que también es vicepresidenta de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA), ha participado junto con otras cinco científicas en el ciclo DEBATES DE VANGUARDIA, Investigación y salud de la Fundación La Caixa para analizar cómo los estereotipos de género continúan afectando a las mujeres científicas.
En esta entrevista cuenta cómo, cuando era niña, un Quimicefa y las películas de científicos la envolvieron con esos tubos que sacaban humo y la llevaron por el camino de la biología molecular.
¿Así fue, con un juego?
Un año por reyes me regalaron un Quimicefa y estaba fascinada con él. También me gustaban las películas de científicos: tenían tubos que sacaban humo y me parecía fantástico. Recuerdo una película antigua sobre Marie Curie y me encantó la idea de estar investigando y, con el tiempo, llegar a descubrir algo.
Cuando decidiste serlo en serio, ¿encontraste algún obstáculo en tu entorno?
Obstáculo ninguno, al contrario. Mis padres me decían “como tú estudias mucho, todo lo que quieras lo vas a conseguir”. Nací en una aldea de Galicia de 30 habitantes y fui la primera de mi familia en ir a la universidad.
Y una vez te incorporas al mercado de trabajo, ¿con qué te encuentras?
Yo hice la tesis en el laboratorio de Margarita Salas y todos los que estábamos ahí teníamos los mejores expedientes, con lo cual que hubiera científicos hombres o mujeres daba igual. Y a Margarita Salas, que era una persona muy respetada y muy influyente, nunca la oí quejarse por ser mujer y nos trataba de la misma manera a todos. Por eso me parece tan necesario que las chicas, y también los chicos, tengan buenos referentes que normalicen la cuestión de género.
¡Qué suerte haber trabajado con ese referente!
Pero en mi laboratorio independiente fue otra cosa. Empecé en la Universidad de Míchigan, en Ann Arbor (Estados Unidos) en el departamento clínico de Dermatología, porque estaba trabajando el melanoma. Era uno de los mejores del país, pero muy masculinizado. Yo era la única mujer científica, y no médica, sentada en una mesa llena de hombres con corbata. No sentí discriminación porque tenía muy buen expediente y muy buen currículum, pero me encontré con mucho paternalismo. Me los tuve que ganar.
¿Sientes que una mujer tiene las mismas oportunidades que un hombre para llegar a puestos directivos?
Aunque estamos igualmente capacitadas, las cifras dicen que nos cuesta más. Te diría que, en nuestros laboratorios, entre el 60-70 % de los estudiantes predoctorales son mujeres. Sin embargo, solo tres de cada 10 llegan a puestos de dirección. Ahí hay un gap: evalúan peor nuestros currículums, la conciliación continúa siendo difícil y en las negociaciones estamos en desventaja… hay muchas razones, incluidas nosotras mismas.
¿Qué se puede hacer?
A título individual, tenemos que ser mucho más vocales. Sabemos que estamos en desigualdad, que partimos con desventaja, pero no podemos solo protestar: tenemos que formar equipos, reforzar nuestro arrojo y capacidad de decisión.
¿Por qué crees que es necesario destacar el papel de las científicas a través del Día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia?
Es necesario por las tres: por la niña, por la mujer y por la ciencia. Por la niña para incentivar nuevas vocaciones y superar los estereotipos culturales de género que hacen que las niñas pierdan el interés en las ciencias a los seis años, según indican algunos estudios. Tenemos que incidir mucho en eso, sobre todo en adolescentes. Por las mujeres también, por lo que te contaba antes: tenemos que motivar a las mujeres para que asuman el liderazgo. Y por la ciencia, porque todavía estamos en minoría y nos quedan mil cosas por las que batallar.
En España, según el Eurostat, casi la mitad de los científicos e ingenieros son mujeres. Y más de la mitad de los licenciados en Medicina también. ¿En qué crees que hemos avanzado?
Hemos identificado el problema y hemos empezado a dar pasos para resolverlo. Por ejemplo, en el CNIO tenemos oficinas de Mujer y Ciencia, y otros centros también, así como Comités de Igualdad. Es necesario incluso a nivel práctico, porque algunos agentes financiadores tienen en cuenta aspectos de género. Y en las instituciones se considera una necesidad no solo estética, sino real. La diversidad enriquece.
Sin embargo, continúa habiendo una escasa representación femenina en las categorías de mayor rango. ¿Qué nos queda por mejorar?
¡Llegar al 50 %! A una situación en que ser mujer no sea ni ventaja ni desventaja. Que el mérito sea la razón por la que uno, o una, llegue o no llegue.
¿Nos faltan referentes femeninos?
Nos faltan referentes seguro. Le preguntas a estudiantes de ciencias que te digan el nombre de tres oncólogas contemporáneas y la gran mayoría no saben decírtelo. En los medios hace muy poco que tenemos más presencia. Y la crisis sanitaria ha perjudicado a las científicas: hemos visto un retroceso en cuanto a su presencia y avance de su trayectoria profesional debido a una sobrecarga de trabajo dentro y fuera de casa.
¿Qué podemos hacer? ¿Qué nos sugieres?
Darnos a conocer, atrevernos. De hecho, en ASEICA hemos impulsado la campaña Conócelas para dar visibilidad a mujeres científicas de hoy y ahora, ¡a más de 140! Vamos a conectar con casi 6.500 niños y niñas de diferentes colegios en toda España. Queremos que se vea lo que hay detrás de esas “detectives del cáncer”. Las presentamos no solo con la bata, sino también en su vida personal: tenemos mujeres saltando en paracaídas, bailando, viajando, –yo salgo haciendo ejercicio–, mujeres muy dinámicas. Esa es la idea que queremos transmitir.
De hecho, hay científicas que también son instagramers o youtubers y algunas cuentan con cientos de miles de seguidores. ¿Crees que las redes pueden ayudar a romper estereotipos?
Las redes pueden ayudar muchísimo, según cómo las utilices. Hay divulgadoras muy buenas. Yo y, en general, en ASEICA usamos mucho Twitter. Esto nos ha permitido dar a conocer el trabajo de muchas científicas. Así podemos llegar más allá y tener seguidores de distintos campos.
¿Qué le diría a una niña que quiere ser científica?
Le diría lo mismo a una niña que a un niño: atreveos. Que la ciencia es para hombres y para mujeres.