Todavía hay monumentos que se resienten tras el azote de la pandemia en Barcelona. La Sagrada Família ha experimentado un declive apoteósico de turistas en el último año y medio. La basílica, que solía ser uno de los monumentos de referencia en Europa, luce solitaria cubierta por un aura de abandono. 

Los turistas llegan a cuentagotas a Barcelona y, los pocos que no son de borrachera, acuden al templo barcelonés para disfrutar del Modernismo de Antoni Gaudí. El panorama es decadente. Las inmediaciones del Templo Expiatorio están más vacías que nunca y las caras de sorpresa de los visitantes son invisibles por culpa de las mascarillas que esconden sus expresiones. 

INTERIOR VACÍO

Tal y como se puede ver en la fotogalería realizada por Metrópoli, el panorama es muy distinto al que está acostumbrada Barcelona. Lejos han quedado las calles colindantes a rebosar de extranjeros, los guías turísticos con paraguas alzado seguidos de grupos de turistas asiáticos, los vendedores ambulantes y las 'paraditas' de souvenirs. La Sagrada Família está desangelada. 

El interior de la obra maestra de Gaudí tampoco ofrece una imagen optimista. Los vitrales dejan pasar la luz que ilumina pasillos vacíos y la magnitud del espacio hace todavía más evidente la falta de visitantes. Los afortunados que se pueden costear las entradas disfrutan de esta soledad. Se hacen fotos sin preocuparse por las aglomeraciones o el tiempo en el que tarda la cámara en capturar la imagen y saborean la tranquilidad de pasear por uno de los edificios más emblemáticos del mundo sin presión.

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