La cúpula de Junts per Catalunya (JxCat) deshoja la margarita para determinar qué hacer de cara a las municipales del año 2023, que están casi a la vuelta de la esquina. A finales del próximo año todos los partidos pondrán en marcha una larga precampaña electoral que en Barcelona se espera que sea más cruenta que en otras partes, habida cuenta de que es la principal ciudad de Cataluña y la segunda de España. Las dos últimas legislaturas, contra todo pronóstico, la representante de los comunes, Ada Colau, pudo hacerse con el bastón de mando de la alcaldía. Pero el independentismo tiene como asignatura pendiente rescatar a la capital catalana para ponerla al servicio de sus intereses.
En las últimas municipales la vencedora fue una lista soberanista: la de ERC, encabezada por Ernest Maragall, pero la aritmética parlamentaria inclinó la balanza a favor de Colau, que quedó en segundo lugar. Lo más asombroso fue que CiU, la fuerza que había gobernado el Ayuntamiento entre 2011 y 2015, pasó a la oposición, por poco, en ese año, pero se hundió hasta la quinta posición en 2019. Los posconvergentes, ahora bajo las siglas de Junts per Catalunya, se han puesto como meta recuperar la alcaldía cueste lo que cueste.
PACTAR CON EL DIABLO
En esa tesitura, los independentistas están dispuestos a pactar con el diablo. Y, aunque la jefa de filas de Junts, Elsa Artadi, cerró la puerta a negociar una posible coalición con otros partidos (y en especial, con el PDeCAT) de cara a las municipales, lo cierto es que existen puentes tendidos con ellos. Es más: ha habido contactos informales de cara a sondear un pacto en las elecciones locales, al menos en la ciudad de Barcelona.
Esta estrategia está impulsada por el secretario general del partido, Jordi Sánchez, y no es mal vista por algunos de los principales barones de la formación de Carles Puigdemont, ya que consideran que su situación en Barcelona no les permite mantener una actitud triunfalista. Con tal estrategia, Sánchez lamina la posición de Artadi, pero eso es considerado un mal menor. Una fuente interna de JxCat admite a Metrópoli que Artadi se equivoca al mantener un posicionamiento cerrado a cualquier entendimiento y que eso puede acabar pasándole factura.
DOS GRANDES OBJETIVOS
La estrategia de la cúpula indepe tiene dos grandes objetivos: por un lado restar votos a ERC, recuperando los sufragios que le prestó en las anteriores elecciones. La meta es obtener más votos que los republicanos. Con ello, JxCat ya se daría por contenta. Pero, además, hay otro motivo: evitar como sea la posibilidad de que se pueda repetir un tripartito en la ciudad de Barcelona. “Los posicionamientos de comunes, socialistas y republicanos son coincidentes en muchos temas y las posibilidades de que, con otra correlación de fuerzas, se forme un tripartito son grandes. Por eso, si restamos votos a ERC, no solo recuperamos nuestra posición natural, sino que contribuimos a evitar que ERC, comunes y PSC puedan sumar para un tripartito. Desde luego, la prioridad es desalojar a Ada Colau del sillón de alcalde”, subrayan las fuentes de Junts.
De momento, los contactos se han producido con PDeCAT pero se extenderán a otras formaciones, como el Partit Nacionalista Català (PNC), que lidera Marta Pascal. Es cierto que esta formación y PDeCAT pueden volver a unirse en coalición, lo que allanaría el camino de puentes tendidos de JxCat. Pascal ya ha mostrado su predisposición a ceder el liderazgo a Àngels Chacón, que de esa forma volvería a la arena política como líder de la auténtica heredera de Convergència.
DOS CONDICIONES INSOSLAYABLES
Los contactos, sin embargo, se extenderían para abarcar un más amplio espectro ideológico y llegarían a otras formaciones pequeñas que se han ido desgajando del PDeCAT, como Lliures, que lidera el exconsejero Antoni Fernández Teixidó, o Convergents, fundado por el también exconsejero Germà Gordó. Según ha podido conocer Metrópoli Abierta, existe también una puerta abierta para que la Lliga Democràtica pueda coexistir en ese espacio. “Se trata de recuperar el antiguo espectro de Convergència, donde todos se puedan sentir a gusto”, añaden las fuentes.
Para llegar a esa situación, existen dos condiciones que Junts podría estar dispuesta a asumir: la primera, una moderación en su discurso. Esto es: abandonar el unilateralismo como prioridad y anteponer la gestión a los posicionamientos ideológicos. En segundo lugar, se ha de buscar un candidato idóneo que satisfaga a todos y que sea bien visto por otros sectores de la sociedad, como los agentes sociales. En círculos soberanistas ya circula el nombre de Gerard Esteva, presidente de la Unió de Federacions Esportives de Catalunya (UFEC) como el gran candidato que también contaría con el beneplácito de los círculos empresariales. “Se trata de recortar votos a ERC. O eso o nos arriesgamos a continuar siendo la cuarta o quinta fuerza política del Ayuntamiento”, admiten en Junts.