Barcelona es, en cierta forma, un queso gruyer agujereado por 1.648 kilómetros de canales, colectores y pozos. A esta infraestructura subterránea colosal –por otro lado similar a la de cualquier ciudad de dimensiones similares– hay que añadir una característica que convierte a la Ciudad Condal en un caso particular: los 1.400 refugios antiáereos construidos durante la Guerra Civil.
El estudioso Josep Maria Contel es el máximo experto de estas galerías, testigos de la historia. Sus estrechos pasillos bajo suelo reflejan los grandes esfuerzos coordinados entre Generalitat y los ciudadanos de Barcelona para protegerse de las bombas fascistas españolas, alemanas e italianas. Este historiador es de las pocas personas que puede afirmar que ha visitado 22 refugios antiaéreos de la capital catalana. Apenas media docena de ellos son visitables.
UN VIAJE AL PASADO
Contel recuerda con nitidez el 19 de diciembre de 2009 y el gran descubrimiento que le brindó Joan Roca, el entonces director del Museo de Història de Barcelona (MUHBA). Un grupo de apasionados de la contienda fratricida que arrasó España se dirigió a la avenida Josep Tarradellas con destino al estacionamiento subterráneo ubicado entre la calle Nicaragua y París, a unos metros de la estación de Sants. Por aquel entonces, el aparcamiento estaba gestionado por el Ayuntamiento a través de B:SM–. Allí, entre los coches, un aceso permite hacer un viaje a través del tiempo, concretamente hasta 1938.
Acceso al refugio 221 de Barcelona / JOSEP MARIA CONTEL
"Cuando entramos allí fue alucinante. Cruzar ese espacio significaba hacer un viaje al pasado. Pasas de estar en un parking entre últimos modelos de coche a estar en 1938", relata con una pasión el experto, que a través de una conversación telefónica parece revivir la ilusión del primer día en ese túnel.
En 2012 volvió a entrar acompañado de un estudiante de la escuela de diseño Elisaba y capturó decenas de fotografías del lugar gracias a unas bombillas. Son unas instantáneas magníficas que se pueden visitar en su blog dedicado a los refugios antiaéreos y que muestran todo el esplendor de una de las mayores galerías de la ciudad, en muy buen estado de conservación.
139 METROS DE LONGITUD
El refugio 22 se construyó en 1938 (los mapas tienen fecha de marzo, según la documentación del Ayuntamiento) gracias a la subvención de la Junta de Defensa Passiva del gobierno catalán. Tiene 139 metros de longitud, una anchura de 1,40 metros, una altura de 2,10 metros y se encuentra a 11 metros de profundidad. Dispone de una enfermería y dos zonas de wáters. La galería tiene un banco a cada lado de piedra con capacidad para unas 700 personas. El refugio tenía dos accesos, uno en la confluencia con Entença y otro, al sur, delante del número 54 de Josep Tarradellas (antigua avenida de Bernat Metge).
Barcelona sufrió 194 bombardeos de la aviación franquista, de Hitler y Mussilini que mataron a 1.816 personas e hirieron a otras 2.710. El refugio del parking de Tarradellas es uno de los centenares de galerías que el Ayuntamiento ha mapeado y documentado. Muchos se hallan bajo empresas y casas particulares. El 221 fue descubierto durante la construcción del estacionamiento, gestionado actualmente por Saba Bamsa Barcelona, una una empresa público-privada formada por Saba (60%) y el Ayuntamiento de Barcelona (40%).
PROHIBIDO COMER NI HABLAR DE POLÍTICA
El túnel es considerado un refugio "de reserva", sigue explicando Contel, para estudiosos y expertos. Los cables del medio, dice, son los auténticos colocados hace 84 años. El famoso refugio de la plaza del Diamant (Vila de Gràcia) es más pequeño que este. El fotógrafo relata curiosidades sobre las rigurosas normas establecidas en los refugios: prohibido hablar de política, comer y fumar. "Si alguien se ponía a comer y el de al lado no había probado bocado ese día se podría generar una trifulca. Igual ocurría con la política y la religión. Un comunista no podía empezar a hablar mal de la CNT delante de un anarquista. Tendrías pelea asegurada", ilustra.
El refugio 221 es un secreto conocido por muy pocos. Algunas de las fotos publicadas por Contel en 2012 ilustran este reportaje. Abrir el refugio al público, opina, supondría un gran gasto económico para la administración. "Se debería abrir una segunda boca para hacerlo visitable, ya que es necesario una salida de emergencia. Cualquier pieza abierta necesita mantenimiento y eso significa dinero y personal", añade.
UN TESORO ESCONDIDO
Cada mañana la rampa de este estacionamiento refleja el trajín rutinario de decenas de personas. Bajan al suelo de Barcelona para conducir su coche que les traslada de casa al trabajo y viceversa. Han repetido el mecánico viaje miles de veces, ajenos y sin sospechar, que a unos pocos metros de su estacionamiento una puerta les abre las puertas de la historia.