Barcelona en el punto de mira, con el reconocimiento por todo lo que ha supuesto, su realidad actual también, pero con el reproche de que podría tener una mayor proyección si abrazara, con una gran ambición, la causa latinoamericana. Ese punto de partida estuvo presente en todo momento en un debate organizado por Societat Civil Catalana, que preside Elda Mata, en la librería Byron, con la participación de Metrópoli. “Barcelona debe volver a ser un puerto abierto al mundo”, reivindicó la editorial alemana Michi Strausfeld.
La cuestión que el mundo editorial vuelve a poner sobre la mesa es que Barcelona, que sigue siendo la capital de la edición en lengua española –“y lo seguirá siendo, aunque con otros polos de atracción, sea Madrid, Ciudad de México o Buenos Aires”— pero debería recuperar el papel que tuvo para la creación de intelectuales y escritores latinoamericanos. Con una conversación centrada en el auge de la literatura latinoamericana, el llamado ‘Boom’ que se dio en los años setenta del pasado siglo, --con García Márquez y Vargas Llosa escribiendo y viviendo en Barcelona-- los comentarios giraron una y otra vez sobre lo que ha “anulado” el nacionalismo catalán, al apostar con todas sus consecuencias por la lengua catalana, dejando a un lado la lengua castellana.
Michi Strausfeld no se mordió la lengua. Es la editorial que apostó para que en Alemania se tradujera a Gabriel García Márquez, a través de la potente editorial Suhrkamp. Después llegarían muchos más, abriendo la ventana para que también entraran en el mercado alemán autores españoles como Javier Marías, que triunfó con Corazón tan blanco. Para Strausfeld, que vive a caballo entre Barcelona –“una ciudad que adoré desde el primer momento”— y Berlín, las políticas nacionalistas desde la Generalitat “ahogaron” una realidad que era muy viva.
¿Puede Barcelona mantener ese polo de atracción para lo latinoamericano o será ya una plaza que tendrá Madrid? La editora consideró que los autores latinoamericanos “prefieren Madrid, porque se les hace más caso y se les mima”, aunque también entendió que en la capital española hay un mayor peso de los medios de comunicación. Pero insistió en que Barcelona “debería saber entender su papel, y es que puede recuperar su rol de puente, su propia historia, y es que el Puerto le ha permitido conectar culturas distintas. Es una ciudad con un Puerto magnífico que posibilitó una riqueza cultural, una mezcla de saberes, de lenguas, de conocimientos, que no debería perder”.
EXCLUIR A ESCRITORES EN CASTELLANO
El historiador Jordi Canal, organizador del ciclo de Societat Civil Catalana sobre la coexistencia en Barcelona de dos grandes lenguas, el castellano y el catalán, reivindicó la capacidad de muchos editores para trasladar obras en catalán “ya a finales de los años cincuenta y a lo largo de los sesenta”. Entre el publico, una de las asistentes, una bibliotecaria que vivió todo el tardo-franquismo, señaló que los libros en catalán “estaban a disposición de todos en las bibliotecas, que dependían de la Diputación de Barcelona, e, incluso, algunos libros políticos estaban en una reserva que se podía consultar. Otra cosa es que se consultaran”, remachó.
Strausfeld recordó, en todo caso, experiencias “muy negativas” que le llevaron a distanciarse mucho de Barcelona y de la Generalitat de Catalunya. En 2007, la literatura catalana era la invitada en la Feria de Francfort. Y la Generalitat excluyó a los escritores catalanes en lengua castellana. “Eso sentó realmente muy mal entre los organizadores alemanes, no se podía entender y creo que en Catalunya no se fue consciente del daño que se llegó a hacer, a la propia imagen del territorio”.
Entonces, autores como Maria Mercè Roca, escritora reconocida y diputada en aquel momento de Esquerra Republicana, justificó la decisión. “Por definición, todas las literaturas nacionales son excluyentes”, señaló. También apoyó la decisión el entonces consejero de Cultura, Ferran Mascarell, que militaba en el PSC y ha sido en este mandato concejal de JxCat en el Ayuntamiento de Barcelona. Aseguró que Francfort representaba “una oportunidad única para mostrar una cultura que no se identifica con un Estado”.
Michi Strausfeld, autora de un libro de gran alcance, Mariposas amarillas y los señores dictadores (Debate), que es una historia de América Latina a través de sus escritores, como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Elena Poniatowska, Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Domingo F. Sarmiento, Isabel Allende, Alfredo Bryce Echenique, Tomás Eloy Martínez, Juan Rulfo, Octavio Paz o Guillermo Cabrera Infante, incidió en que “es una evidencia que hay muchos escritores latinoamericanos que hoy viven en Madrid y no en Barcelona”.