El Primavera Sound Madrid ha llegado a su fin y son muchas las conclusiones que se pueden extraer de uno de los festivales más importantes de Europa. La noticia de la peregrinación del festival a la capital llegó pocas semanas después de que su director, Gabi Ruiz, advirtiese de que existían ciertas desavenencias con el Ayuntamiento de Barcelona por no poder programar un festival de dos fines de semana en el Fòrum y amenazó con abandonar la ciudad. Una situación que aprovechó una atrevida Isabel Díaz Ayuso para arrebatarle la exclusividad que durante tantos años ha tenido Barcelona. 

PRIMAVERA SOUND, MARCA BARCELONA

El comienzo del Primavera Sound madrileño se puede describir como agridulce. Miles de asistentes acudieron al recinto, pero se encontraron con una situación de caos absoluto en la entrada. Las dificultades para acceder al interior estuvieron acompañadas por las que hubo para llegar al exterior, con los accesos colapsados tanto por vehículos particulares como por los buses lanzadera gratuitos puestos por la organización para desplazarse hasta el lugar. Estos contratiempos de movilidad han puesto en evidencia que ubicar un festival de tal envergadura a casi 40 kilómetros de Madrid no ha sido buena idea, señalan fuentes del sector. Arganda del Rey no es el centro neurálgico de la capital mientras que el Fòrum sí es el corazón de Barcelona y eso le aporta valor a la marca original. 

El Primavera Sound forma parte de la marca Barcelona. Incluso los expertos se atreven a decir que es el emblema de la ciudad. Ya han pasado 22 años desde su primera edición en 2001 en Poble Espanyol. Desde entonces, miles de barceloneses se han congregado en el Parc del Fòrum para saborear uno de los festivales predilectos de la capital catalana. Sin embargo, como pasa con todo lo que llega a la cúspide del éxito, también genera un alud de críticas. El Primavera se ha mantenido como el festival favorito de los ciudadanos, pero desde hace unos años ha acumulado una fuerte oposición en Barcelona.

LA OTRA CARA DEL FESTIVAL

Todas las miradas se han centrado en la accidentada primera edición en Madrid, que ha puesto en segundo plano una entrega muy criticada en Barcelona. Hace dos años, los vecinos del Fòrum crearon la Plataforma Stop Concerts, desde donde denuncian como "infernal" el ruido de los días del evento y alegan que su "derecho al descanso" debe estar garantizado. 

El festival Primavera Sound en su última edición / EFE

Los residentes también han dejado claro en varias ocasiones su malestar por el incivismo de todas las personas que acuden al festival. Residentes de la parte alta del barrio de El Besòs y el Maresme explican que la zona cercana al recinto se llena de cientos de personas que perjudican el paso de los vecinos, así como la venta de alcohol en plena luz del día y en medio de la calle.

LA NECESIDAD DE UN RETORNO POSITIVO

Para hacer frente a las críticas, es necesario que el festival genere un retorno positivo a la sociedad. Según explica a Metrópoli Azucena Micó, profesora de producción musical del Máster en Producción y Comunicación Cultural en Blanquerna y Directora de Proyectos a la consultoría global Sound Diplomacy, es necesario estudiar el impacto social que genera este tipo de festivales, ya que únicamente se analiza el económico. "Las administraciones deben guiar a los eventos multitudinarios para ver qué tipo de retorno positivo tienen en los vecinos de la ciudad", asegura Micó. Para conseguirlo, el festival, la administración pública y las entidades locales del barrio "deben trabajar conjuntamente para diseñar este retorno de la forma más óptima posible". Sin embargo, la profesora de Blanquerna lamenta que actualmente no se percibe esta colaboración, por lo que festivales como el Primavera Sound "no enriquecen a los barrios porque no están pensados para ellos, sino que están pensados a nivel ciudad e incluso a nivel de país".

Si bien es cierto que los vecinos que conviven con el festival están hartos del ruido, Micó asegura que el Primavera Sound tiene su retorno positivo en la sociedad. Por un lado, este tipo de eventos generan una gran cantidad de trabajo que favorecería a las personas desempleadas del barrio. Algunas de las iniciativas que realiza el Primavera Sound y que fomentan este retorno positivo a la sociedad son el Primavera Ciutat, con la Fundació Primavera --que genera oportunidades para los jóvenes y contribuyen a la transformación social a través del acceso a la cultura-- y también con sus iniciativas en centros educativos. No obstante, la experta recuerda que es muy importante que la administración guíe a este tipo de festivales y les ayude para impulsar, todavía más, este retorno social.

Protesta vecinal contra el ruido de los conciertos del Primavera Sound / TWITTER @STOPCONCERTS

LAS SALAS DE CONCIERTOS, EN SEGUNDO PLANO

Además de los problemas sociales, el sector de la música más local también tiene que hacer frente a estos 'gigantes'. Según Micó, el Primavera Sound no es necesariamente un evento que ayude a todos los grupos de música, y menos aún a las salas de conciertos. Con el nacimiento de este tipo de festivales, "se ha perdido la cultura de ir a salas de conciertos". Si bien es cierto que el Primavera da espacio a artistas más alternativos, no forman parte de la programación importante. Esto provoca que "se convierta más en una actividad complementaria del festival, que no soluciona los problemas del día a día de las salas de conciertos", lamenta Micó a este medio. Estas diferencias entre grandes eventos multitudinarios y pequeñas salas de concierto se debe a la "competitividad" dentro del "ecosistema musical". Por esta razón, la profesora hace un llamamiento a dejar a un lado la competencia en un sector que ya está suficientemente "precarizado".

EL FUTURO DEL PRIMAVERA EN BARCELONA

Ante la duda de si el Primavera seguirá o no en Barcelona, Azucena Micó lo tiene claro: en la capital catalana es donde mejor funciona (para muestra, basta con mirar hacia Madrid). Ahora bien, las críticas tampoco cesarán "si no hay un cambio de paradigma". En definitiva, el futuro pasa por plantear festivales que, sean del formato que sean, aporten un valor público y un retorno positivo a la sociedad.

Ambiente durante un concierto del Primavera Sound, en el Parc del Fòrum de Barcelona / EFE

SUBVENCIONES PÚBLICAS

El Primavera Sound es una máquina de cobrar subvenciones. Hasta 2018 tenía cuatro socios: Murmurtown ProduccionesPablo Nicolás Soler SolerJosé Alberto Guijarro Rey y Alfonso Lanza García. El éxito del festival captó el interés de firmas internacionales del sector. En 2019, la británica Y Festivals Limited, filial de The Yucaipa Companies LLC, de EEUU, suscribió un acuerdo por el que tomaba una participación minoritaria. 

El festival declara cada año cifras millonarias a Hacienda. Sin embargo --y aunque pertenece a un fondo de inversión privado-- recibe abultadísimas subvenciones públicas a fondo perdido. Entre las administraciones se encuentran el Institut Català de les Empreses Culturals, que depende de la Generalitat. El segundo benefactor es el Ayuntamiento de Barcelona, algo paradójico si se tiene en cuenta que los organizadores del festival enseñaron los dientes por el maltrato que recibían, según ellos, por parte del consistorio. En tercer lugar aparece el Instituto Nacional de las Artes, vinculado al ministerio de Cultura e incluso recibe dinero público de la consejería de Cultura del Gobierno balear.

PAGAR POR INFORMAR

Otra de las críticas en las se ha visto inmerso el festival recae sobre los periodistas. Como ya informó hace unos años Metrópoli, la empresa promotora del Primavera Sound obliga a pagar a los periodistas que cubren el festival. En la edición de 2023, los profesionales de la información han dicho basta y el Sindicato de Periodistas de Catalunya (SPC) denunció públicamente la "vulneración del derecho a la libertad de prensa" y calificó de "inadmisible" y de "abuso" que año tras año los profesionales tengan que pagar para informar sobre los conciertos.

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